Saturday, December 16, 2006

Torcida

El cabello gira como revoloteos góticos en vestido de almendras...
siendo que...
la mujer pidió auxilio con las axilas congeladas, el pecho descubierto y el nitrógeno líquido
resquebrajando las mechas rubias...
el dolido, queda mirando con el cuchillo en la mano...
se le vuela la cabeza.

“Juguemos un juego”: dice la niña sin aire en el alma
y las penas se le pegan al vestido
como manchas de chocolate, pétalos de luna.

“Juguemos un juego”: dice el devorador de pecados en la cama de su cáncer
y las indicaciones a la niña, que aún baila entre cuchillos y sartenes,
la niña obedece: cree o muere.
Se puso a pensar disparates de corazón y lágrimas...
“perdiste el juego”...
Vuela la cabeza.

Mademoiselle Sophie

Monday, December 04, 2006

Artificial

Las ropas que te aprietan el narcisismo y el hedonismo
Chupando como retrógrada de nariz respingada clamando a gritos...
Mi indolente atención.

Desaparece de mi vista y de mi imaginación o recuerdo...
Olor a putrefacción perdida,
Cantos lastimeros y patetismo en un comportamiento irreverente
Irrevocablemente irreal.

Ni tu nombre, ni las pinturas que me prestaste con olor a cianuro
Penetraron la córnea, ni las ojeras del trabajo que tomó olvidar.
¿Te olvidaste de mi? Yo te dejé hace lagunas de recuerdos.
¡piérdete y de paso le haces un bien a la humanidad!.

Narcisista con algarabías de buen trato propio
Comiste tu de los escombros de mi espalda
Debiéndome hasta el alma de favores e inconsecuencias
¿quiéres que te retrate hasta la trascendencia?
El mármol podrido no dura más de un segundo vida perdida.

Aleja tus labios gruesos,
Tu lengua de tarántula fóbica
Tus pisotones de arribista intelectual
Tu puta compañera
Tus ladridos felinos...
Los arañazos que me disteCuando lo que te pedía eran abrazos.


Mademoiselle Sophie

Sunday, November 12, 2006

La decadencia española (Quevedo)

Por razones de tiempo y enfoque, mi atención está en la Historia, no quiere decir que deje de escribir pero por el momento las presiones académicas presionan para ese lado. Pero para ver que ambas cosas pueden conjugarse les presento un poema de Quevedo que fue escrito en el reinado de Felipe III donde lo que primaba era la decadencia de España, y la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Como parte de mi investigación sobre la conformación del Estado moderno basado en dicho conflicto, le mando este regalito intelectual... disfrutenlo, a lo mejor no como fuente histórica pero al menos como expresión literaria.

Mademoiselle Sophie


"La decadencia española"

Miré los muros de la patria mía
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salime al campo, vi que el bebía
los arroyos del hielo desatados,
y el monte, quejosos, los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa, vi que amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte,
vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Quevedo

Wednesday, November 01, 2006

Bueno, esta es una curiosa creación

"Un pájaro y un león"

-“Los pájaros y los leones no se casan”- repetía mi mamá como loro siendo que de verde no tenía una pluma; pertenecíamos a un buen linaje de aves que trabajaban coexistiendo con otras especie, ¿nuestro servicio? Desparasitar a los que desafortunados que no podían rascarse la espalda. Puede sonar muy indigno un trabajo así, lo sé, pero en África, los leones, los rinocerontes y los elefantes elevaban altares por nuestra acción, de vital importancia para su existencia. Así, nos consideráramos frente al “Rey de la selva”, el “poder detrás del trono”.
Yo siempre tuve algunos desórdenes en mis conductas (mi veterinario decía que eran alimenticios, mi mamá... la pluma chueca que de seguro era de la sangre por el lado de mi papá, siempre en uno de los dos había un “Pájaro loco en la tele”), una vez me creí paloma pero duré poco porque siempre tenía problemas de orientación, por otro lado mi psicólogo dijo que tenía columbofobia. También me pinté con algunos colores y quise ser “Ave del Paraíso”, claro que se terminó todo el Edén cuando una jirafa sin querer me noqueó con su cuello y terminé metido de cuajo en la laguna de los cocodrilos (¿cómo no morí?... prefiero no recordarlo).
Por eso fue, que el día en que le dije a mi mamá que no me gustaban los pájaros sino los elefantes, me sacó a patadas y picotazos del nido, clamando a los cielos por “la pájara” que vino a parir.
Yo me quedé triste... obviamente, a nadie le gusta que renieguen de tu nacimiento, pero se me pasó al ver una semillitas que se veían realmente deliciosas.

Ay... cómo me aburro, con estas leonas persiguiéndome por puro ser “el infante”, mi papá está viejo y curiosamente en esa época las muy buitres se ponen en celo, a mi me importa tanto como un bostezo de hipopótamo... debería irme a cazar algo, tengo hambre.

Llegando el atardecer, superado el letargo de patas fofas que “la hora sin sombras” produce en los animales de la selva; el león iba olfateando presas, pero parecía que ese día los venados se habían terminado o, en el peor de los casos, las hienas se carroñearon todo; pero al fin de cuentas, el león no perdía la esperanza de un buen banquete. El pájaro, por su parte, fagocitando semillitas mas, anhelando unos buenos bichos frescos no encontraba nada. Se metió a unos arbustos, de esos llenos de hojas duras, su cuerpecito diminuto no podía sobrellevar tales fuerzas contrarias a la suya y sólo le quedó clamar por ayuda, que se volvió más desesperada cuando sintió en su barriga el primer rayo de luna.
El león estaba aburrido de no encontrar ni un miserable ratón distraído, “cómo que hoy todos se avisparon” dijo el león bufando su mala fortuna. De repente, se vio lleno de júbilo al divisar de lejos, algo que se movía y hacía ruidos, que le parecían familiares... pero con el hambre que tenía se comería hasta a su vecino. Así que, listo para el ataque, sacó sus filosas garras, sus cabellos aleonados de puberto se erizaron como si fueran apoyo a los cuchillos de sus patas, y sin pensarlo mucho se abalanzó sobre el arbusto.
-¡Ay! ¡qué diablos te pasa!- gritó “la pájara” que con el golpe pudo salir de un impulso -¿No que los leones tienen buenos ojos o al menos olfato? ¡No soy comida, animal! ¡Es un arbusto con un pájaro!- la pajarita, al decir esto, no hacía más que revolotear rápidamente, como si con aletazos a modo de colibrí pudiera hacerle daño ante tan enorme león.
-¡Pues, lo siento!, ¡No pensé, tengo hambre!- dijo el león dispensándose por unos minutos, pero luego la malicia inundó sus ojos –Tienes razón, los arbustos no son precisamente una parte de mi cadena alimenticia, pero tú, pajarita chillona, sí lo eres, no serás mucha carne pero salva la noche al menos.
-¡Que bestia ignorante eres!- (Claro que lo dijo retrocediendo un poco para no ser víctima de un zarpazo impulsivo)- Deberías saber lo importante que soy para ti y no precisamente como aperitivo.
-Pero sí como plato de fondo.
-Ni de postre “amiguito”- Al decir esto, la pajarita se acerca y se coloca en su lomo, comienza a sacarle bichos de la espalda y el león siente una satisfacción incomparable.
-¡oh!, ¡muchas gracias!, me has quitado esta molestia del día que a decir verdad, estuvo afectando mis sentidos para cazar porque me desconcentraba la picazón- dice el león sonriendo y mostrando sus blancos dientes que llenaron más de pánico a la pajarita que de satisfacción por su buen trabajo.
-Bueno, si prometes no comerme, yo te ayudaré con estos bichos mientras cazas, yo como en paz y tu también ¿trato?- La pajarita se acerca a la nariz del león para posarse allí y verle a los ojos cuando se realice el trato. El león accede sin sonreír, porque notó el miedo de la pajarita.
Así se cuenta en la selva que dichos animales formaron un equipo formidable. Como era de esperarse, tanto tiempo sobre el lomo del león, la pajarita encontró algo atractivo en el menear de su cola felina. Y el león, por su parte, reconoció en dicha avecita lo placentera de su compañía.
La madre y el padre de la pajarita se cayeron del nido ante el impacto de la noticia de que su hija se fue con un león; pero después de pensarla y comentarla con otros animales de la selva, vieron con buenos ojos dicho lazo fraterno, amoroso y matrimonial de dos animales que siempre se consideraron como realidades tan alejadas, pero a la vez tan compenetradas. La felicidad de ambos animalitos fue plena, siempre se acompañaban uno con el otro y su diferencia resultaba ser un complemento más que una razón para separarse.

-“Los pájaros y los leones no se casan”- repetía mi mamá como loro cuando yo no tenía coronita de flores y tan buen caballero a mi lado. Ahora soy la loca de la familia, pero la única que logró, de un modo muy extraño, dejar de ser el poder detrás del rey y convertirme en la felicidad por delante: siendo reina.

Mademoiselle Sophie

Sunday, October 15, 2006

Un mundo imaginario

Reconocí la verdad... la que llega a una calma en la existencia al descubrir que fuera del mundo imaginario está el imaginal

Mademoiselle Sophie

Saturday, October 07, 2006

Fragmento novela: "La Puerta con llave"

“TAZA DE TÉ EN LA CASA DEL LOBO”

El lobo hizo una invitación a sus amigos a tomar el té. El bosque estaba en plena primavera y una tarde en su cabaña podría asegurar un momento agradable. Fueron invitados Caperucita Roja, Blanca Nieves y Timón ; cada uno mandó la correspondiente aceptación a la invitación y fueron la tarde acordada.
A la fiesta de té Caperucita llevó leche, para ayudar a un buen crecimiento; Blanca Nieves unas galletas horneadas porque quería endulzar la fiestas, además de ser experta en cosas hogareñas; y Timón un gran frasco (hecho de trozos de troncos secos y amarrado con follaje) de mermelada de Damasco ya que pensaba que a tanto alimento duro un poco de “pastita blanda” sería un aporte delicado además de delicioso.
El primero en llegar fue Timón, siempre es puntual y le molesta esperar mucho a los retrasados. Al instante le pasó su frasco con deliciosa mermelada, el lobo la aceptó gustoso y la puso en la mesa donde se dispondría a tomar el té. Pasados cinco o seis minutos (cuando no hay reloj el sol puede ser un buen reemplazo, sólo que falta precisión) llega Blanca Nieves ¡sin los enanos!, el lobo, sorprendido al igual que Timón, le pregunta dónde están a lo que responde que milagrosamente tuvieron cosas que hacer y eso le dio la oportunidad de venir sola. Ella le entrega las galletas, y luego de olfatear un buen rato, el lobo las deja en la misma mesa donde antes puso la mermelada. Al final, luego de veinte minutos de retraso aparece Caperucita Roja: se había quedado mirando las flores del bosque, es por eso que además de darle al lobo la leche que tenía vista desde un principio, le obsequia un ramo de rosas frescas.
-¡Siempre tarde!, ¡¡¡todas las cosas las haces sin cumplir en la hora!!!- exclama molesto Timón al observar a Caperucita Roja.
-Es verdad, llegaste muy tarde, nunca puedes ser puntual- acota el lobo.
-¿Quieren que me vaya?- pregunta angustiada Caperucita.
-¿Siempre tienes que ser tan grave tu actitud al recibir críticas Caperucita?- cuestiona el lobo.
-¡Sí!- dice Timón.
-¡Silencio!- ordena el lobo-Aquí hay un problema y he de tomar una decisión al ser el dueño de la casa.
-Pienso sinceramente, lobo, que yo debería ser el que juzgue, ¿quién mejor que yo en materia de relojes y puntualidad?-aconseja Timón.
-Yo creo... –dijo tímidamente Blanca Nieves-que deberíamos olvidar todo esto, Caperucita Roja es así, dejémosla tomar el té. Además nos trajo leche y hay que agradecerle el complemento tan saludable y sabroso a nuestra fiesta, ¿cierto que esa leche que trajiste es para echarla al té?.
-Sí, lo es, quería que sus cuerpos estuvieran sanos, conjuntamente al hecho del sabor agradable.
-¡Aburridos!- gritó el lobo- y tú, Caperucita Roja, deberías irte a ver a tu abuela.
-Sabes que estoy en su busca, pero me distraje y perdí el rumbo, por eso entro a tu fiesta de té.
-Entonces quédate y cállate, que no permito en mi casa la tristeza y me enferma la gente víctima.
-Con su permiso, pero yo me retiro, estoy un poco asqueado de sus molestas discusiones- expresa Timón antes de retirarse.
Ahora quedaron el lobo, Caperucita Roja y Blanca Nieves. Esta salida no causó mucha conmoción, el lobo y Blanca Nieves lo tomaron con mucha naturalidad, parecía como si a pesar de estar con ellos, nunca perteneció a sus amistades y su partida fue algo vano y predecible; en cambio, Caperucita Roja, miró hasta que la sombra de aquel animal irascible, pero de corazón misterioso, se perdió en la lejanía. Luego sus amigos condujeron a Caperucita a la mesa y se dio iniciada la fiesta del té.
-Me alegra mucho ver que mis dos buenas amigas me acompañan en una tarde tan esplendorosa y con esta comida y té de tan fino origen, ¡gustoso al paladar!.
-Digo lo mismo y te agradezco también el habernos invitado- dijo Blanca Nieves mientras vertía el té en las tazas.
-Lobo, tu té se ve delicioso pero estoy preocupada por mi abuelita... ¿Timón habrá sabido dónde está?- dijo la Caperucita Roja.
-No hables de esas cosas, tu abuelita es un problema que te concierne sólo a ti, a mí no me metas, aquí estamos para disfrutar la fiesta.
-Creo que debo irme, yo quiero encontrar a mi abuelita, ¿no sería descortés de mi parte retirarme así?- pregunta tímidamente Caperucita Roja a Blanca Nieves mientras el lobo busca servilletas en la cocina.
-Pienso que sería de muy mal gusto si te fueras ahora, puedes buscar después a tu abuelita- le aconseja amistosamente Blanca Nieves.
-Pero yo no quería venir, me perdí en el bosque cuando debía ir a la casa de mi abuelita, luego encontré al lobo y nos hicimos amigos; cuando le conté mi problema él prometió ayudarme a encontrarla, pero sólo he recibido fiestas del té- tristemente- ¿por qué me distraje recogiendo flores?- Caperucita Roja comienza a llorar y Blanca Nieves intenta consolarla, pero se va al llamado del lobo.
-Ahora sí, amigas mías, celebremos como corresponde, las invito a sentarse a mi mesa- dijo el lobo alegremente.
-Muy bien lobo- dice esto mientras toma su asiento Blanca Nieves.
-No quiero- dice desafiante Caperucita Roja, alejándose de su asiento.
-¿Qué?- preguntan al unísono.
Por el lapso de unos minutos, en la fiesta del té, se sintió un silencio sepulcral, la incomodidad se hacía presente y Caperucita Roja había conseguido el impacto querido: había abierto la puerta con la palabra. Finalmente el lobo acertó a decir algo para volver todo a la normalidad.
-Me aburres con eso de tu abuelita, debí comerte desde el principio, pero en vez de eso te hice mi amiga y además osé a invitarte a mi fiesta.... tú y tu abuela pueden olvidarse de este lobo, ambas me aburren con sus palabras; ¡Ándate!.
-Tú sabías que mi abuelita existía y peor aún, la conoces... y no me dijiste...
-No la conozco, para mí todas las abuelas son iguales, así que supongo que es así, además con eso de la genética, es normal ver el carácter repetirse de una generación a otra- el lobo no prosiguió con su explicación, creyó que ya había causado un buen impacto y el triunfo de la discusión entraba en sus manos. Caperucita se sorprendió por tal personaje tan curioso en sus argumentos. Luego de un suspiro puso fin a la conversación diciendo:
-Veo, lobo, que no podemos continuar la conversación, además me iré de todas formas, así que cordialmente me despido... ahora entiendo por qué Timón no quiso quedarse a la fiesta- inclinándose levemente- y con esto me despido, disfruten la leche- y se fue.
El lobo y Blanca Nieves quedaron solos en la fiesta del té; en vez de deprimirse, el lobo, salta del lugar y dice su soflama:
-Hemos visto aquí, amiga Blanca Nieves, como los seres absurdos caen bajo mis grandiosos argumentos, ellos saben que tengo la razón y se van derrotados. Es una lástima, pudieron ser buenos amigos, mas, se convirtieron en otros seres más del bosque, miren que traerme mermelada y leche, cosas tan naturales y sanas, aburridas en la consistencia y reformadoras del organismo... ¡molestos!, dejemos que ellos vivan su vida y nos dejen disfrutar nuestra fiesta.
-Sí lobo, tomemos el té.
Así fue como en la fiesta del lobo comenzó la diversión, hubieron charlas con graciosas anécdotas y también abundaba la comida porque como desde un principio estaba pensada la cantidad para cuatro y se fueron dos, quedó el doble para cada uno. Reían y reían, mientras que en la mente de Blanca Nieves decía:
“-¿Por qué se fueron Timón y Caperucita Roja?, ¿será verdad que su salida era un aburrido y absurdo fin...? ¿o comienzo?, siento intranquilidad pero mi amigo lobo necesita compañía, sin olvidar que una fiesta como esta no puede despreciarse...-“.
Caperucita Roja aún no se había alejado mucho del lugar y permaneció unos instantes detenida a tal distancia, meditando sobre su actuar... finalmente decide que debe continuar; no hay vuelta atrás cuando se sale de la fiesta del té del lobo, y volvió a emprender el camino que había dejado abandonado, aunque sin haber olvidado su misión.
-Debo encontrar la casa de mi abuelita y no me distraeré con flores o fiestas del té de un lobo...

Soneto a una muerte tejida

Soplando cae la mortaja epígona
Latente en la infaltable escisión
Entre la vida y la muerte elegida
En quien en suicidio acaba todo.

Existe el temblor en su mano indigna
Duda si seguir en esa misión
Piensa si ve un sentido en la vida
O dejar su cuerpo en merced del lodo.

En sus ojos deja una gran espina
Ensangrentada por tal decisión
De tener que dar un fin a la vida.

Como una araña en telar designa
Donde terminar la ocasión
Viendo en la muerte esperanza salida.

Friday, September 29, 2006

Girasoles

Capítulo I: Génesis reiterado.

- No entendemos, a ciencia cierta, qué es lo que la hace golpearse de ese modo.
- ¿Acaso será producto de una mente ociosa?.
- Sabe que el ocio lo hemos erradicado del sistema humano.
- Entonces...
- No lo entendemos...

La prisión de jugos de alimento y el olor a sangre mezclada me sensibiliza demasiado sobre éstas cosas, quiero abrir mis ojos con la esperanza de un nuevo elemento en el camino de mi mirada ¿para qué? Si al final sigo dentro de esta pelota que cuando pateo se mueve, es algo viscosa... de este huevo blando que, como videojuego, vuelvo, regreso, retorno para pactar un nuevo aprendizaje... eso fue lo que creo que me dijeron. Miren, si ahora estoy calvo, tengo los deditos empuñados en una obligatoriedad por el poco desarrollo de mis manos, y... ¡demonios! ¡no tengo pene! ¿de nuevo? Creí haber especificado que no más vagina, no me llevo con la sangre ¿y no es como mucho dos veces seguidas perseguido por el pecado de Eva? ¡Fue ella no yo, dios santo! Miren qué lindo... mis potenciales tetitas, ojalá que no sean tan menuditas como la vez anterior, que harto me acomplejé con ello, ¿no tienen un espejito para ver como seré? ¿todo a su tiempo me dicen? Claro... como tú no pasas como relleno de pastel de papas en una bolsa de tripas, ¿crees acaso que las palmaditas en mi saco o que me toquen Mozart como estimulación intelectual me hará más feliz? Nótese que con mi experiencia me he percatado que la claridad de mente, el ser más letrado lo único que te produce es un realismo morboso que al final te amarga más aún porque descubres el gran misterio: en el mundo hay grandes problemas y tú eres demasiado pequeño para resolverlos, tu vida es muy corta... así que sólo velo. Claro que el calorcito me gusta mucho y no tengo frío, no me acongoja el hambre, estoy protegido y este nuevo conforte que aún no entiendo será siempre mi fuente, mi hogar... ¡he tomado una decisión! ¡no saldré de aquí! ¿Qué? Qué tengo que desalojar en un mes más...

Friday, September 22, 2006

Y quería ser emocionalmente estable...

Errores de mi vida...
las mujeres...
el cigarro...
pensar en pluramismo democrático...
no decirle a nadie por qué creo en dios... o qué es para mi...
haberme sacado el destino con las cartas (ahora uno se pone paranoica)...
ser dura para las matemáticas pero soñar con Leonardo Da Vinci...
Pensar que la seguridad es igual a la felicidad...
Ser tan tolerante que te pasan por encima...

Errores de mi vida...
mandarme cagadas y no saber pedir disculpas... la víctima siempre se salva (yo)

Wednesday, September 13, 2006

1986

Yo nací cuando el activismo tomó la forma en unos zapatos de charol con taco declamando un manifiesto. Yo nací cuando las locas hablaron a la democracia. Yo nací... y respiré fuera de mi vientre, cuando a mi madre se le olvidó el pene en la casa al hacerme y se aburrió de mi marimacha diferencia...
Irene tomaba la chela de siempre, con el esfuerzo de mantener al puto punto las piernas cruzadas como señorita de buena cuna, mirando su reloj de azul patrio, esperando, con el nerviosismo de rascarse la peluca colorina, a que Antonia botara en el baño la orina tibia fermentada, retenida en el ebrio riñón, sacando todo: limón con caña. Habré gritado sus tres veces con la bandera de carmín desarrapado... ¡Apúrate gueona!, que si sigues así la guagua se te saldrá por el water!... mi compañera de espera, mi dama de compañía, “La Cony”, se retocaba la nariz con un talquito blanco de quién sabe donde te lo robaste... “comprado mijita” me corrige con su pestañeo de mil por hora.
Estábamos haciendo la hora para ver declamar a “la loca del frente!, nuestra diva con cara de cuco arrebolado, y como te decía, esperamos y esperamos hasta que me tomé todo lo del vaso y se me murió mi paciencia.
- Oye linda, ¿cómo que se demora mucho tu niña, no?- comenta la Cony con el timbre afeminado y la boca abierta mascando chicle.
- Si wachona, iré a verla al baño.
- Ok, Apúrate linda.
Mamá, yo la vi negra cuando ya eran más de la hora de tu encuentro con las chicas y me tenías en un charco de sangre. Pujabas y pujabas mientras maldecías a mi papá que te ayudaba a sacarme mientras se afirmaba esas pelusas rojas que se le caían a cada rato. Alguien por ahí gritó que era difícil amar en estas condiciones, yo lloraba reclamando que me se Passolini pero tengo la doña fuerza para caer de cabecita a un mundo lleno de cosas que me gritan lindo o cosas por el estilo. Así yo nací un Septiembre con un paño puesto donde me protegieron del frío siendo bandera con gotitas de sangre. ¿Habla de marginado, dijo?, si yo nací sin los cojones, sólo con la estrellita blanca de tela cubriendo mi rosado culo, que me dieran el poder y esta señora madre aceptó con mi señor padre salir normalita dentro de esta diferencia... y mi tío Cony lloraba de la emoción al verme. Aunque no se olvido de mandarle algunas puteadas merecidas a mi papá por no contar que era el dueño del pastelito.
- ¡Viva la democracia señores!- gritó mi padre levantándome con la cuna hecha de sus manos y mi cobija de banderita chilena nuevamente izada. - ¡Viva Chile, mierda!- respondieron todos cuando a mí lo que más me importaba era que me dieran la leche que por derecho merecía, que por mi boca abierta merecía ser cerrada, que por mi opción a la diferencia convencional podían regalarme un poco de sus adorables, ancianas y ensangrentadas tetas.

Mademoiselle Sophie

Friday, September 08, 2006

A mi placer culpable



Comida con los siete demonios de plata y bronce
del vacío, la nada posible con la entrepierna abierta a modo de pulmón inspirado.


Canta el águila rota en sus patas de porcelana.
Mi aliento no sabe de horizonte.
Mi aliento no sabe de detenimiento
y llevo la lepra
que mi sangre escurre
te siento de lejos
y temidamente cerca.


Y tu párvula boca
de colores refractados
no a tu pestaña coqueta
que me invita,
presencia de gula y lujuria.
Lo lacio que baila en el viento
lo hice mi aroma.
Sorpresas te da un paso
el paso te da sorpresas.
Así se vive la militancia de la banderita multicolorde tulipán con miel caoba.

Mademoiselle Sophie

Sunday, August 27, 2006

Herejía (Frente a una catedral)

Siempre he sobado mis pies en las empedradas escaleras del divino e incorruptible edificio; pasan las personas como si no fuera más que un inmueble con crucifijo gigante... unas se persignan, otras convulsionan como poseído endemoniado (como si existiera el demonio) y yo... me adentro en las fisuras de dicho edificio, las innumerables pisadas retornan a dos, un tiempo presente se convierte en pasado y se mantiene latente hasta mi recuerdo, sin dejar que retroceda al pretérito prehistórico... Llegamos a dos pantalones: uno femenino y otro masculino, ese masculino me atrae... el tintineo y rechine me augura un futuro eterno junto a su vida... pero sin sonido de campanas bronceadas... no a mí, la hereje del dios vivo que supera a la muerte, pero no con suficiente poderío como para poder terminar con la maldad... Los seres que fuimos... en mí sólo quedan sombras. Entramos a la frialdad de la arquitectura clásica, burlescamente gótica en sus puntas... con sus manos señalaba las razones de por qué concluía que estos pilares, que ahora acaricio con sonrisa irónica, eran de un periodo clásico... las manos que eran de un ángel endemoniado, trabajadoras de máquinas modernas... y caricias, no como las manos que en mi niñez sentía, trabajadoras, tajadas, finas o muy gordas, ninguna como yo las prefería... llenas de vida divina, pero no de Iglesia cristiana, ni anglicana... la vida como Iglesia... Iglesia de mi propia religión...
La finura de una carne enrojecida se apropió de la mía, más gruesa y oscura... mientras criticaba una pintura medieval de un posible pintor mediocre... parecía el simple plagio de una verdadera obra de arte... como las de mi padre... caballos hermosos, pero no sus caballos... Pensé en humedecer más sus carnes, él debió pensar lo mismo en un confesionario... no aguanto el reír frente a este clérigo caminante, con bolsas de tienda costosa para los pobres niños... ¿qué pasará en su viaje que igual se les ve harapientos?, no aguanto el reír... nos internamos en las profundidades de la madera envejecida y las baldosas costosas... reía... no solamente de un placer que era obvio sentir en ese momento, sino de poder quebrantar algo que temí tanto siempre y creí imposible...
Creo que lloverá mañana... una gota acaba de caer en mi rostro... los demás se ponen paraguas, que insulso... no hay molestar en ello, sus lágrimas se sentían igual que esta tímida lluvia... al saber lo que sentía y que mi corazón no era frío...
Dentro del confesionario entendí que era divinamente demonio... que llenaba el Eros al máximo... relataba la historia de su vida mientras un conserje escuchaba un cuchicheo que le infundió miedo, y luego unas furtivas escapadas entre esos pilares, los mismos en donde rio... cayendo en ser cómplices de herejía... la castidad es premiada y por ello el amor en esto es injustificado, un tomarse la mano no es válido... pienso en la monja regordeta, de seguro llena de humildad y pobreza en sus alimentos, y el duro trabajo por el prójimo... Ya es tarde, no es de mí estar en una catedral, ahora vacía, llena de personas sin ninguna sustancia... soy el ser que mayores herejías comete y lo peor... amo todo ello... tengo que hoy ir a verlo... sólo los pobres querubines en las esquinas de este templo, sabrán de lo que de mí y él fue hecho.


Mademoiselle Sophie

Saturday, August 26, 2006

Thursday, August 24, 2006

Rosa blanquinegra


La blanquecina piel de tu cubierta para materia, porosa a lo invisible pero no lo suficiente para no poder presenciar los vapores que de ella emergen cuando sientes lo que quiere que sea tuyo, en tu presencia. Como me atormenta, cabellos de fuego y frialdad tempánica rosa de pecho, liviandad de besos y mesura de tus colinas carnales... que al igual que tu tamaño es la prueba a sangre viva de que lo buena se asienta en envolturas pequeñas ¿qué es esto?, ¿qué es esto que con sólo ver tus frágiles dedos correr por los míos en una acción del todo inocente, no me toques, que tus manos corrompen mi humanidad, caigo en la penosa realidad de desearte siendo que no debes ser deseada ¿trampa del destino cruel que no otorga felicidad suficiente sólo para mofarse de los individuos que al probar la dulce miel no terminan su búsqueda al nunca poder saciarse?, ¿cuál verdad, presencia efímera a los sentidos de otros, quieres hacerme entender si las leyes de la moralidad no permiten tocar de ti un pelo?. Nosotros deseamos lo indeseable a sabiendas del infortunio que tal cosa produce, ¿morir sería lo mejor?, morir no sería más que una venda que cierra los ojos de la humanidad, de los hombres mejor para hacer la idea menos abstracta, que antinaturalmente plasma en la piedra indestructible de la costumbre, lo que debemos o no hacer, ¡basta de farsas sin el sentido más puro del Eros! ... no, no... miren lo que pierdo con esto que mi cabeza maquina. El motor de mi destrucción anhela mi valentía que podría convertirse en estupidez... ¿qué hago?, tomo las riendas de mi vida y destruyo al que se me enfrente ¿y es que acaso para conseguir lo querido es lícito pasar como barrehielos sobre la moralidad de otros hombres?. Pétalos de rosa, la suavidad de tus párpados, cual pupila profunda y bella debo confesaros lo que mi corazón apremia.
-¡Afrodita!.
-Dime Safo.
-Te amo.


Mademoiselle Sophie

Wednesday, August 23, 2006

Lesbia


Dedicado a Mario Antonio y Daniela Maldonado


“No sé qué hacer,
hay dos almas en mí”
(Safo de Lesbos)


¿De qué naturaleza, Oh lesbia
viniste a incitar mis ansias dionisíacas,
mis irreverencias al colmo
de una sociedad conservadora
mis pasiones sin frutos?.

He mirado en tus pasos de frágil Napoleón
Cierta dulzura o sueños acabados,
Príncipes muertos en los espinos de tus torres,
Bella durmiente,
Soy tu hermana como fiel rociante de
Un Don Quijote desquiciado.

Y ahora tú estás cuerda y yo loca,
Te maldigo por lo que me
Convertiste,
Afrodita,
El deseo de estabilidad calma mis desvíos
Y con sólo “un miembro” me conformo...
Olvidemos el asunto.
Mademoiselle Sophie

Sunday, August 20, 2006

Dibujo

Y la sangre sigue
Corriendo y hecho por
Fotos de un pene... un niño
Maldición
Es un dibujo...
Que rápido vamos creciendo.
Mademoiselle Sophie

A la luna azul gitana



Dedicado a Federico García Lorca (1898-1936) y una noche orgiástica en veneración a Baco en labios de mujer.

Ya no son las cinco de la tarde...
Son de la madrugada...
Ya no está el muerto amigo regado ensangrentado.
Ni llora
Ni se encuentra ensartado en tus brazos
de pica y sacrificio por la verdad de la luna gitana
Ahora el muerto está vivo y el vivo que te mató lo roemos con quiebres epistemológicos
Me burlo de su cosmogonía
De su afán hesiodisíaco
Me embriago sin licor...
Fumo como chimenea... y todo se queda sin hollín.


¡YA NO SON LAS CINCO DE LA TARDE!,
la cárcel se rompió y se volvió piel de pensamiento
¡YA NO SON LAS CINCO DE LA TARDE!
Son de la madrugada...
Estamos sobre la pelota...


Caí en la circunstancia de unas carnes de hermana
Caí en la circunstancia de una carne de medio hermana medio hermano
Miren a la musa que vine a adorar...
Miren la naturaleza que quise amar...
Ya no miren, si dejaron de ser las cinco de la tarde...
Y se fueron las de la madrugada
Olviden los detalles
Olviden esas horas de pan y circo
Olviden a dios
Está muerto
A María la santa virgen
Se prostituyó en mi cama con su veneración al platón con barba y cuerpo efímero...
Mi Diotima... Mi Urania... Mi Safo... Mi Afrodita terrenal...¿Para qué necesito lunas protectoras si dejaron de ser las cinco de la tarde?.

Mademoiselle Sophie

Tuesday, August 15, 2006

Orgía intelectual


¿Animal? ¿animal? ¿creen que el placer es sólo digno del animal?... si... si... ideas encerradas en mi cabeza... salgan... salgan... o yo me meto en ellas... más fuerte... ¡quiero explotar!... sin mis letras no tendría amadas, no sabría de amor... no vería nada... eso, si... si... así... dame más... ¿unas pastillas?... no arruines la felicidad creativa animal por ser fantasía en demasía, vamos mujer... no me dejes así... ¡El Cogito, el Cogito!, ¿un beso de tinta?, Bah... no te molestes en preguntar si me mancho... dame más, soy tu dios ¿dices que sin ti no vivo?... Ahh... si... si sigues con lo mismo no discuto... no discuto... háblame que me apasiona, ¿eyaculé tan pronto?, sólo pasé toda la noche en esto... poséeme puta socrática desgraciada ¿qué no soy digno de esto como dios?... ese no te merece, es demasiado perfecto para pensar ¿no ves que no se mueve?... basta encanto, me llenaste en creces... Ahora pasaron nueve minutos como nueve meses... y ya tengo la panza de cervecero... animal, animal soy, un maldito animal soy que tiene partos eyaculados... (sin esto no se puede vivir porque somos animales letrados).

Mademoiselle Sophie

Domingo festivo

Todos los domingos él sale con su familia, es el día festivo del trabajo familiar; se tomó una bebida, rió sin saber qué decía, dijo un te quiero cotidiano... sin masticar el sentido. Al otro domingo lo mismo... al otro también... una mañana se dijo: hoy será mi domingo festivo... se durmió.

Mademoiselle Sophie

Wednesday, August 09, 2006

El Muerto Imperfecto

A los muertos que de vivos se la pasaron cagando y comiendo
A los vivos que los lloran porque saben que sin la línea de recuerdos familiares…
los sin impronta desaparecen: ni para carroña sirven.

Se busca a un muerto viviente:
se me perdió en un bar o en otro…
entre risas alineadas comiendo naranjas fermentadas
responde cuando le dices lesbiana…
me acuerdo por unas cuatros ocasiones donde lo besé siendo que éramos hermanas…
también responde a reclamos comunistas…
que a ni Lemebel le respondieron.

A veces llora por las noches, por amores poco trabajados…
se habrá equivocado sus mil veces en cual era su “mejor partido”…
ahora “guevea y guevea” y anda sin rumbo.

Se me perdió un eterno errante…

Se me metió la idea de perdonarlo…
Pero en esta historia no hay hijos pródigos a quien redimir.

Lo conocí siendo también un cadáver exquicito…
esperanzado…
indómito…
con la guadaña en el cuello porque de tanto saltar ya veía la muerte que iba a tropezar…
y así lo hice: casi me muero,
pero con “mi hermana” nunca hubieron miedos,
si me prometió irnos de viaje sin regreso a los castillos en las nubes,
que ni los mejores compositores pudieron dibujar,
hablábamos en algún mirador de Valparaíso…
con su cabello sucio,
pearcings artesanales,
mutilaciones fallidas y en proceso de cicatrización,
zapatillas rotas pero con costuras de lentejuelas;
yo una blusa negra, con mi escote pronunciado
hacíamos alardes de nuestra marginalidad: como si eso nos hiciera especiales.

La última vez que lo vi, se estaba despidiendo del mundo,
porque como dicen algunos “me despido” sonó más a lloriqueo de mimado que se aburrió de vivir de lo mismo
y prefirió vivir de lo mismo de lo otro,
yo por ello habré llorado sus cuantas noches,
confundiendo sensaciones…
recordando sus vómitos de sangre que tuve siempre que cuidar,
nunca lo amé más que mi hermana porque no deseaba meterme tan profundo en su mente…
no quería que el pesimismo se me pegara.

Con unos cuatro pianos, toqué la sinfonía de su claro de Luna:
Do y te doy el sonido más bajo donde te entierro con teclas blancas,
Re para no repetir el juego, que ahora estoy en paz,
Mi: olvídate de la pertenencia, en ello no trabaja la ternura,
Fa: como el Miércoles… crees que lo mejor sucederá al final,
Sol: lo que nunca entre nosotros se elevó,
La: sin comentarios,
Si: creo que de eso no se trata el estigma del perórata,
Do: No habrá retorno.
una despedida melodiosa,
con mi boca roja de tanto morderla por evitar mirar atrás…
Ahora soy el canto del muerto viviente…
sola, como siempre, o como antes…
de todas formas seguiré con el juego del mimo: el que copia y critica en silencio.

Mademoiselle Sophie

El Soplido de la pelá (Fragmento)

Aquí va el fragmento que estoy escribiendo... espero que lo disfruten...

Mi abuelo siempre me contaba las anécdotas de viejitos que no conocía sus nombres, seniles sobrevivientes de algún tiempo pasado donde los buenos huesos, la piel tersa y el futuro por delante parecían sin determinación: uno mismo podía crearlos, cuando eran los otros los que le dieron historia de la consciencia: el pelao, el chico, el gordo, el cabeza de archicoria, o alguna semejanza a algún animalito chistoso del desierto; alguna mofa descriptiva que diera un humor negro a tanta pobreza, sequedad, puentes con nombres de muerte, hijos perdidos en algún aborto espontáneo o alguna negligencia que por esos lares no eran más que errores de otro tiempo… una anacronía existencial.

Una de esos tantos relatos, tenía relación con la muerte (o el diablo en su defecto) y con el miedo de una vieja, a la cual conocía respondía como mi abuela, la cual se persignaba la frente haciéndose ver los pellejos de los brazos movedizos como gelatina seca… claro que mi abuelo no me iba a contar la historia de mi abuelita, pero en una de sus tantas mentiras pude descubrir su historia.

* * * * * * *

¿Creen acaso que es muy fácil ser la suegra de esa señora?, me persigue como jote en la entrepierna, o buitre en la espalda de un malherido, repite y repite la gallina clueca que soy afortunada por casarme con su hijo, que me dio una vida tranquila, unos hijos maravillosos (que se parecen tanto a él) y bueno, como para ella es obvio, me sacó de este nido de adobe que es el norte chico y me llevó a las brisas del mar, a conocer la ciudad y dejar de ser una campesina o una huasa sin huerto. Ah… pero si me preguntan qué tanto tengo que agradecer, lo agradezco, bien lo sabe diosito que lo guardo en mi pieza, y en mi corazón, pero nada le debo a esa señora… que siempre fue mala, que cree que la muerte la anda persiguiendo… ¡y qué tanto, si a todos nos llega!... pero como dicen por ahí… quién nada hace nada teme… y ella hizo mucho… y cree que no me doy cuenta…

* * * * * * *

16 de Abril 1970

Señora Agnes Flores:

Es de mí pesar informarle por esta misiva que la señora Leonora Flores ha fallecido el día de ayer. Siendo tan inesperados estos hechos, no hemos tenido la oportunidad de avisarle con la prontitud debida de su agonía y por lo cual, de la realización de los trámites para que todos sus asuntos pendientes quedaran saldados; y entre ellos vemos como el más delicado el cuidado de su única hija: Estefanía Calderón. Para su tranquilidad, la hemos acogido en un hogar para menores, pero al ser usted su única pariente con vida y por indicación en la última voluntad de la señora, queremos indicarle la necesidad de la niña de afecto y compañía, por lo que usted ha sido nombrada su mantenedora hasta la mayoría de edad.
Por tal, hemos de solicitar su venida con prontitud para discutir la situación en cuestión.
Se despide cordialmente a ud.

Sr. Armando Stevenson.

- Ven querida, de ahora en adelante aquí dormirás – indica amigablemente la anciana Agnes, mientras Estefanía sostenía su pequeño gato negro con un brazo y una maletita amarilla en la otra mano – querida mía, sé que no nos hemos conocido bien y que estás pasando algo duro, pero ya verás que saldremos adelante… tenemos suerte – comenta mirando por al ventana, hacia el vacío – tenemos suerte de que cuento con una cuantiosa fortuna y que además estoy sola, por ello nunca te faltará qué comer, pero debes prometerme ser una niña buena, educada, no como esta vieja ignorante que sólo tiene algo de plata por haber tenido un hombre bueno de esposo que se esforzó por dejarme en bien… y ahora, que en paz descanse… debe diosito recompensarlo en el cielo – dice esto la anciana, limpiándose las manos en el delantal sucio que usa para limpiar la casa.
- Gracias… - y la señora cierra la puerta.
- Vamos Negro, tenemos que ordenar bien esta pieza, mira qué cochina… por lo menos tuvimos suerte, donde mamá vivíamos como pobres… aunque extraño la mina… era divertido jugar allí – Estefanía se pasea por la habitación, pasa sus dedos sobre unos libros polvorientos que están sobre una biblioteca – mira tú, estudiar… sí claro, yo sólo quiero jugar, es lo que merezco porque somos gente importante, y dios premia a la gente importante y buena como nosotros… bien sabía yo que mi mamá nos ocultaba la buena vida.

Entonces, el gato con la niña se fueron a dormir.

* * * * * * *

- Abuelito… ¿Cómo se conocieron tú y la abuela?- preguntó Daniela mientras estaba sentada en las piernas de su abuelo.
Y el abuelo respondió “En una fiesta” al mismo tiempo que la abuela desde la cocina dijo “En el colegio”.

* * * * * * *

Esa señora siempre fue conocida por unas y mil mentiras, además que era muy cruel… nunca iba a los velorios de sus amigos y familiares, pero los lloraba en su casa; ante esto uno pensaría que es como una forma propia de vivir el luto o una cosa por el estilo… lo que sucedía realmente, es que al verlos a ellos muertos, recordaba que pronto le tocaría a ella.

* * * * * * *

Mi abuelo siempre me contaba que las personas que eran malas, dios las juzgaría en el cielo, allí entraba el señor con patitas y cuerno de cabra… también las historias de las animitas. Como la que se dice de unos niños fantasmas, que son como espíritus blanquitos, pelones y pequeños que se pasean por una casa que están en las laderas del tranque que se hizo, es una cara re vieja, yo la vi, nadie la toca siquiera por respeto a esos niños que al no ser bautizados cuando murieron no pudieron llevar sus almas con dios, entonces, están condenados a vivir en la tierra con los vivos, sin un descanso pleno. En ese caso, mi abuela se salva porque la bautizaron, y bueno, tiene su pequeño altar, bien sucio a decir verdad, más bien parece un nido de arañas en vez en un pequeño templo dedicado a los santitos… “los milagreros”, como ella le solía llamar. Sobre eso, mi abuelo me contaba que la muerte era como un soplido, le decían “la pelá”, que se iba llevando a los vecinos para convertirlos en arena del desierto, esfumarse poco a poco entre esas tumbas de cemento (y si tenías plata mármol) que conforme pasaban los años, uno se apilaba sobre el otro. Mi abuela, sin explicárselo a nadie, tenía la costumbre de que, cuando iba a ver a su mamá y papá, pasaba junto a un espacio pelado de tierra con una cruz de madera carcomida, le barría, limpiaba, ponía unas flores huachas y lloraba; cuando una vez tuve la osadía de preguntarle al abuelo de por qué lloraba tanto sobre esa antigua tumba, él sólo me respondía, no pesques a tu abuela, está loca.

* * * * * * *

¡Ja! Y esa vieja viene a reclamarme el que estuviera embarazada antes de casarme, si ella se casó recién cuando tenía su segundo hijo; no hay vergüenza en este mundo…

* * * * * * *

- Vean niños, Estefanía volvió a hacer toda su tarea, deberían seguir su ejemplo de disciplina, pulcritud y buen corazón- dijo la profesora del Liceo de niñas al cual Estefanía estudiaba estando en su nuevo hogar.
- Muchas gracias por sus palabras señorita- Estefanía sonríe y luego se inclina ampliando su vestido con ambas manos.
- Siéntese, ¡qué dije la niña!- expresa la profesora mientras los niños mantienen un barullo moderado y suela la campana de recreo.

Estefanía sale junto con sus compañeritas, llevando un bolso repleto de naranjas, muchas niñas la siguen y se sientan alrededor de ella.

- Bien, compañeras, veamos quién de ustedes, pobretonas, se ofrece a hacerme la tarea – dice Estefanía sacando las naranjas de su morral. Unas hermosas frutas brillantes y regordetas, tensas de tanto jugo y cáscara delgada.
- Yo te hago la de matemáticas, y si me das dos más, la de historia también- dice una niña morocha de cabello trenzado y ojos achinados.
- Bien, la negra de allí se ganó tres naranjas, ahora me falta quién me escribe el dictado para mañana y quién me sopla para el examen del Viernes ¿quién se ofrece?, mañana traeré pan con carne y leche para la que trabaje mejor – dice Estefanía con un aire altanero. Todas las niñas junto a ella saltan de alegría y se reparten en iguales piezas las tareas y los alimentos.Bien digo yo que en esta vida se triunfa si se es inteligente.

Mademoiselle Sophie

Tuesday, August 08, 2006

Epílogo de mi libro: "Entre amantes y amadas: más allá de la rosa mosqueta"

Las hojas caen como mantos en honor a mi majestuosidad creativa, un agradecimiento que por cierto dudo merecer, por mantener el brillo en los ojos como los niños, siempre en asombro; mi miedo, mi siempre tropiezo con la torpeza en chaqueta roja, que el crujir de la hojas matizaban para no hacer notar el nerviosismo en esa manía de cuerpo confesado: mis huesos sonando por el roce entre la frotación de manos demasiado agresiva, pero con un dolor placentero. ¿Cuántos años han pasado?, si yo lo conocí cuando me recogía los calcetines blancos del colegio en mis “piernecitas de palo” –como decía mi madre-, con mis dibujos –unos bocetos garabateados en las más extrañas técnicas (bordes de genialidad o locura)- en la mochila o entre mis brazos, siempre protegiéndolos, amparándolos ya que en un niño las cosas no consiguen más admiradores que entre los mismos progenitores, que por cierto… pasan esa fase algo boba de apreciar de ti hasta los estornudos que emites con cierta gracia de chirrido mocosito.
¿Cuántos minutos lo he estado esperando? los suficientes para no olvidarlo, los suficientes para aumentar la angustia hasta la meta, los suficientes para darme cuenta de cuántos escritos le he dedicado… Uno vive por disfrutar un momento, y este… precisamente no lo es, pero por este instante pudieron nacer otros y pude tener la oportunidad de conocer MI momento… como siempre llegando tarde este viejo.
¿Por qué siempre que me enfado contigo, matas todo el odio con tu galantería al besarme en la mejilla para saludarme? Han pasado años ¿sabías?, y aún vibro al sentir tus labios ancianos en mi mejilla con tus manos blancas y grandes, las más hermosas que he visto, tocando mi carita, como queriendo besarme en los labios, pero siempre desviándose a la cortesía. Vaya, hace tiempo que no nos vemos, me dices, un poco humilde tu forma de llegar, claro si llegaste tarde, como siempre, pero si me das otro beso te lo perdono por mil años… nunca me escuchas ¿cierto? Porque siempre eres mezquino y sólo me concedes uno por vez.
Parece que has engordado te digo y tu, con tu talante de amador de amores me dices que yo también, tan tierno tú, ¡y no te sobes que te mereces el golpe!. Una cosa, ¿siempre usas la misma ropa? Parece que serás eterno usuario de chalecos gruesos, camisas amarillas y corbatas rojas, tu pantalón de tela que hace resaltar tu trasero que con los años… sigue igual de atractivo. Me da algo de nostalgia mirarte y no puedo decirte más que banalidades, temo dejar de lado, como siempre, lo importante.
No te preocupes, pide lo que quieras, ¿un café cortado?, vaya que eres fome… pero bueno, habrá que aceptar tu seudo humildad, si sabes que eres un pedante de mierda, aunque no me molesta, más bien me parece una pesadez atractiva.
¿Por qué siempre te gusta insistir en preguntarme por mis estudios?, si sabes que soy lo que siempre quise ser, si sabes cuantas metidas de pata me mandé en mis años de libertinaje, si sabes a cuántos baruchos me metí para alienarme, eso sí que jamás te contaré cuantas burradas dije e hice, no quiero arruinarte la imagen que tienes de mi.
Ahora yo te pregunto por tu familia, un tema que te entusiasma siendo que por muchos años me llorabas por tu estrechez en oportunidades académicas, yo lo intentaba resolver invitándote a algún evento o haciéndote leer algún trabajo mío o de otro, y no los leías… excepto los míos, pero lo hacías en tus clases, mientras dejabas a tus alumnas con alguna tarea.
Me gustaba sentarme contigo cuando hacías clases, siendo tu futura colega, podíamos hablar mucho sobre tu trabajo y pronto el mío; te reías cuando te amenazaba con quitarte el puesto por dejado, era tu culpa si te ponías a preparar las clases en el recreo para después en ellas incentivarnos a cambiar el mundo, cuando tú, sí, tú y nadie más, logró cambiar el mío.
¿Recuerdas los problemas que tuvimos?, las veces que fui llamada por mis comportamientos “acosadores” –admito ser un tanto obsesiva para hacer las cosas, pero es que simplemente no podía dejarte- y las conversaciones que teníamos entre flores, porque siempre te han gustado, sentados mientras sabíamos que el universo de nuestro entorno nos observaba, yo sobre lo hecho puedo afirmar inocencia… ante lo pensado… una amante culpable.
¿Por qué no me cuentas alguna anécdota?, si… no me hagas reír con tus ironizaciones protagonizadas por tu pobreza, también sé que prácticamente te mantiene tu mujer, honor que no me molestaría tomar; claro que no te voy a responder así porque de seguro me pones una cara de tres metros subsuelo, siempre criticaste mi picarezca forma de tratarte. Oh, si me acuerdo, las veces en que me viste hacer el ridículo, si, también lo recuerdo: me sonrojé cuando me dijiste que era una mujer hermosa, inteligente, dulce y femenina, qué lindas palabras… lástima que eran entre un reto por otra de mis metidas de pata, cuando salía con chicas y sé que a ti no te gustaba.
Oye, no me digas que nunca te hacía caso, ¡por favor!, te consentía como cabro chico, esa pancita tan bonita que llevas, tiene antecedentes de formación en los pastelitos que siempre te compraba, demostrándote mi cariño de niña ingenua… aún lo sigo siendo, lo confieso: no tanto, mas, mantengo esa idiotez del engaño por broma, además de trillada, barata.
La tarde se presentó maravillosamente agradable: unas cuántas personas, un tanto silenciosas, sentadas pensando en quién sabe qué cosa, yo me alegro que era en silencio. El ventanal de esta casa amarilla con bordes blancos nos presenta una vista panorámica de mi querido puerto, unas manchas anaranjadas entrecruzadas con rosados y celestes, parece paleta de impresionista, y su pulcritud es a modo de dientes de manzana.
La palabra, la dichosa, esquiva y poco expresiva palabra: ¡Si las evasiones las hago yo misma!, me miras algo extrañado con ese fruncir de ceño que me encanta, lo heredé de ti, como muchos gestos y actitudes que por admiración me fueron otorgados. Lo único que lamento es que también me regalaste la maldición de “comenzar hablando de estrellas para terminar planteando teoría sobre margaritas” y no olvidemos la fabulosa habilidad de tropezar más veces que un ciego, en la calle pensando en alguna inmortalidad existencial o soñando, u observando como bien me enseñaste.
Tomo tu mano, siempre han sido algo frías y no quiero soltarlas, se hace tarde, tengo tu mano y ¡maldición que no hablo!. Me miras por unos momentos, me sonríes y dejas que tus dedos reposen sobre mis palmas tibias.
Quiero decirte que me gustas, me gustas desde el primer día que te vi, en ese recreo en mis años de básica. De ese tiempo tu presencia me sedujo en una especie de embrujo platónico. Te conocí ese mismo año, en una sala de clases, donde hablaste tratando de incentivar nuestro espíritu creador y en mí dejaste algo más que eso: UNA IMAGEN, eso me regalaste, algo qué seguir, algo por lo cual vivir, un canon de perfección que se da en el sí mismo de cada ser humano, una presencia que siempre busqué fuera de ti porque yo entendí siempre que eras mi imagen, mi presencia, parte de mis venas de crecimiento experencial, un desarrollo que tú gatillaste, un camino cual recorrer y que acepto que en primeros términos pensaba que era el mismo que el tuyo; pero no: los padres siempre quieren que sus hijos sean mejores que ellos. Cuando me sentía sola, tu me regalaste tu compañía con nuestros amigos filósofos, me regalaste a Sophía, nuestra hija de letras; yo siempre intenté retribuirte con algún escrito, algún hijo nacido en tu nombre. Desde ese entonces prometí celarte, me prometí protegerte como mi imagen, como mi sueño andante, como lo inalcanzable pero que siempre se desea; porque me gustas, encontré a la persona que amo, porque me gustas, aprendí de a poco como esperarlo. Tu mirada y tu prestancia al hablarme, que me hacía vibrar y producir una especie de excitación irresistible, me dieron las pautas en mi búsqueda del compañero que, aceptando una cierta inclinación romántica, sería el único, el para siempre. Por eso mismo, que tu me gustas, mi pareja, siendo así de especial como tú –teniendo sus particularidades como cualquier persona- entendió mis sentimientos hacia ti y admitió mis condiciones, el no querer nunca abandonarte.
Porque tú me regalaste esa imagen idónea ahora estoy en paz y feliz, por eso esperé el entregarme sólo a él, siendo que soy bisexual a pesar de tus reproches: entiéndeme, si también tenía que explorar un poco… además que cuando pasa mucho tiempo, la esperanza comienza a perderse. Porque tú me gustas y porque a él lo amo, lucho cada día por mis sueños, por demostrarle que también soy para él su idónea, que tengo esa fuerza que encontró en SU IMAGEN, la de su madre, me cuesta demostrarlo porque nací llorona y miedosa, escondida tras las piernas de padre que me diste en los libros que me presentaste.
La primera vez que lo hice pensé en ti ¿sabías? No porque quería que su cuerpo fuera el tuyo, sino porque quería saber qué opinabas, si te parecía correcto… jugando un poco a la independiente no te pedí permiso, pero sé que es lo que hubieses preferido.
Ahora que digo éstas cosas me parece más sencillo entender todo lo que he pasado para encontrar a mi persona especial, a la imagen concretizada. Es un poco curioso, que todavía en estos años cuando me tocas me sale un temblor en el cuerpo delicioso, semejante a las caricias de él, cuando acerca su mano a mi piel, lo percibo desde lejos.
Me gusta tu olor, me gusta tu indiferencia relativa que hace desear más de ti y no perder la esperanza de llamar tu atención ya que cuando creo perderla tu llegas y me reafirmas; ni te imaginas lo que él se parece a ti en eso.
Tengo deseos de formar una familia con él ¿sabías?, en variadas ocasiones me dijiste que ese era tu sueño referente a mi, verme con mi críos entrar al colegio y saludarte, con mi pancita de madre chocha y llegar a ser abuela. Una pregunta ¿nunca me creíste cuando te dije que mi futuro sería estar sola o saliendo con chicas para calmar mi apetito sexual?, yo creo que no, por eso te molestaste tanto al oírme decir eso… pero lo lindo fue que a pesar de ello seguiste escuchando mi discurso “orgullo gay” con cierta náusea educada, ese respeto a pesar de que hablara de burradas también me encantaba.
Supongo que me gustarás hasta el final de mis días, y es obvio ya que somos parte de lo mismo, tú eres mis recuerdos, mis momentos felices del colegio. Me obsequiaste el mejor momento de mi vida cuando me dijiste al oído al recibir mi diploma: te felicito, lo hiciste muy bien; yo, en ese entonces hubiese querido morir allí, feliz con tu orgullo de padre adoptivo, de protector, pero mejor fue seguir viviendo y disfrutando más momentos.
Y qué decir de todos los poemas que me escribiste y dedicaste con tanto afecto, son parte de mis tesoros, de lo invaluable que nunca entregaré a nadie.
Con el pasar de los años tengo miedo a perderte porque te veo más gordito y canoso, con las patitas de gallo tiñendo tu imagen del mejor color, sin dejar caer esos hermosos ojos color almendra que me apaciguaban la ira, como él ahora lo hace por ti, con su eterna paciencia.
Me gustaría decirte que te amo, mas, eso no te lo concedo porque el que me gustes era un piso fuerte para quien amaría por ti y por mí. Tengo que confesarte, además, que me molesté mucho cuando supe de un incidente tuyo con una de tus alumnas, que como muchas, se confesó sentimentalmente contigo: ya te lo he dicho en mi mente muchas veces, el que tengas esposa lo respeto porque no es en ese rol donde quiero estar contigo, pero lo inspirador, en MI IMAGEN, eres mío.
Ahora me miras porque no he dicho vocablo alguno en varios minutos, una sonrisa tímida quiere arreglar todo el asunto expectante. Él la responde apretando más mis manos contra las suyas.
- ¿Deseas decirme algo?, estás muy pensativa… y temo decirte que se está haciendo tarde- dijo Alex tomando el último sorbo de café con una elegancia de intelectual retirado.
- Nada, vamos- Nos levantamos lentamente, como esperando algo que ninguno de los dos sospecha, la noche hace su aviso con el repentino encendido de las luces en las aceras. Aparecen las figuras de personas sacando a pasear a sus perritos, un borrachín camino a la taberna entre tambaleos y suciedad en los zapatos, unos perros vagabundos se comen las bolsas de la basura que dejan los residentes en espera de que los retire el señor de la basura. Comienza a hacer frío y como siempre, olvido mi chaleco en casa, Alex nota mi temblor y me ofrece caballerosamente su brazo izquierdo.
Con los años pasados lo noto más encorvado, con una sonrisa complaciente y los ojos más vidriosos: siempre quiso tener una hija –aunque siempre amó a sus dos hijos-, me gustaba pensar que yo era esa niña que lo acompañaría. Pensé que era nuevamente una idiota al no decirle todas estas cosas, de pronto comprendí que tal vez podía suponerlas, lo miro por unos momentos y él me sonríe, suelta delicadamente mi mano de su brazo, pone las suyas en mis mejillas…
- Gracias- dice él besando mi mejilla… dos veces en un día.
Y seguimos caminando…


Mademoiselle Sophie

Sunday, August 06, 2006

Cásate sin piedad

Yo te lo pido… el vestido de novia en la cartera


El Hospital de bata blanca morocha, de tiña humeante y bocinas enrojizadas o azuladas… en el Hospital se encontraron con la sien reventada y el corazón en el piso… nunca más digo: vete a dormir…

7 A.M: El reloj suena como chirrido de vaca suelta con cacareo clueco de rabino vendiendo pan y aceite… El reloj suena y las notas se meten en los oídos. Pauline abre sus ojos (pupilas tímidas por la refracción que la daña luego de protecciones de noche y vino), sus pestañas con el rimel corrido resaltando el mar y el bosque en sí misma: Había nacido con un catálogo de modelos físico-humanos en el cuerpo y se ponían en una oferta despreciativa en su rostro. Pauline, de piel blanca y rubor natural en los ojos… parece siempre niña cuando las estaciones ya pasaron lo suficiente por su puerto. Los brazos cortos y delgados, proporcionales para el talle de metro y medio, sus manos de pinceles quebrados por las mordidas de gatos y chocolates que la Luna hizo con el unicornio-unicornia (nos dimos cuenta cuando nació el hijo) y su establo dorado. Y yo hice con un mmm… grave y extenso, el último sonido del somnoliento, una sonrisa con la boca olor a cerrada toda la noche pero nada que un cepillo en la cartera no salve o la mentita de menos de 2 calorías… me metí en las sábanas haciéndome la flora mendiga de orfeo… sus manos, esas uñas media mordidas con puntas de dedo chato me tocaron las aureolas… y yo me reí, toqué las suyas haciendo que su piel se sintiera cálida: ocupemos estos 15 minutos.

7: 16 A.M. (la mancha roja): Ya no grites Pauline que tu guata también me duele en los oídos… Si no quise hacer la de la boca de payaso corrida, o la mordida a un cuchillo, o el carmesí que nunca encontré igualito al de Robert Smith… sabes que esas cosas se olvidan. Ese es el karma de no tener hijos.

7 A.M.: Las flores, la combinación de lo silvestre en un frasco (oliendo a cementerio) de mermelada vacío (ahora lleno pero no de lo “apetecible”) se han marchitado. Entonces Rebeca supo que le tocaba, como a todo el mundo pero algunos antes otros después, tomó un papel y lápiz, garabateando las frases menos clichés pero no se pide imposibles a quien siempre ocupó lo promedio. Bota el papel y lápiz ahora desechable… Fernanda arregla su chaleco rotoso café caja de arena de gato con tiña, era de su marido ya muerto en una pelea de drogas y barucho, ya muerto… en fin.
La pieza estaba a oscuras, con las cortinas con un hilo de luz escudriñándose en su anhelo de noche eterna. Luz define su primera forma que es un calcetín sucio con rastros de barro ya años seco, acompañando a las flores muertas hace dos décadas. Su pánico de normandía se fatigaba con el obsesivo uso de polera delgada más gruesa más polerón más chaleco delgado más chaleco grueso y chaqueta grosor de oso con bufanda negra y gorro café… el luto lo cargaba en la cintita negra en su dedo meñique. El timbre no sonaba, como siempre después que a Mario se lo tragó el mar de mala muerte y las espumas de las olas etílicas le jugaron la pasada del choro mal-hablado-cogote-cortado. Rebeca apenas pudo doblarse para ponerse los zapatos… el tiempo no corría en apuro ya que el colegio lo había dejado desde que descubrió que la soledad aturde, cómo los libros se marchitan y las palabras ya no enseñan. La sombra me está atrapando, la sombra me está atrapando dice
Rebeca viendo ser la siguiente descubierta por el rastro del hilito de día que se pasea por su pieza, pero nadie puede decirle, más que una polilla seca de muerta, que no está sola y el día no está tan mal… mientras no salgas sin los lentes. La puerta de salida se cierra, con su guata en ayunas… y suena la alarma.

Pauline y Fernanda toman el desayuno, las sábanas están en función de pijama-toga, sus besos a lo griego sin nariz quebrada en proporciones de rostro latino. Ambas se miran por sobre sus tazas de café tibio, como si fueran montículos de tierra usados como escondites de centinelas… investigan los cuerpos al minuto, por estímulos de ambas excitados. Pauline se levanta, bota la sábana que la cubría, sus pies se pasean a revoloteo saltado frente a Fernanda que también se levanta, botando su sábana, disponiéndose a arreglar las flores recibidas por el pasado aniversario.
El aniversario se celebró en la noche, luego de un día de trabajo cada una por su lado y repiques a celular diciendo a idioma de clave: un repique estoy contigo, dos repiques te mando un abrazo, tres te digo te amo, cuatro beso en los labios, y del cinco en adelante es tema de ambas. Siempre a las nueve de la noche se sentaban ambas a tomar el té en la terraza porteña, mirando los cerros de Valparaíso: salpicones de luciérnagas de velas colgando en las quebradas, sectores quemados y tapados con el cartelito de vote a fulano de tal de la derecha o de la izquierda, los basurales, las tomas con los punkies o anárquicos durmiendo entre los escombros, el monumento patrimonial (“Qué pintoresco”)… y las calles aún manteniendo el empedrado de finales del XIX y principios de siglo XX. Este viejo puerto que tiene pasado de colonia inglesa.
Esa noche las tazas se hicieron copas de vodka, un poco de fresas y chocolate para pintar la boca que se besa toda la noche y todo el día. Fernanda usó su corbata favorita, esa de marca italiana (esperando que por el precio sea realmente de esa procedencia) y el sombrero de copa para las ocasiones especiales… su boa roja puesta de accesorio combinaba con el rojo de sus labios pintados. Pauline usó un vestido blanco que la hacía la viva sombra de una ninfa sin la molesta inmortalidad de orejas largas. Su cuerpo tenía la forma precisa para ese vestido que se pegaba a la piel como diciendo me hice para este cuerpo y de aquí no me salgo. Los regalos que se dieron entre miraditas rosa: a Fernanda un reloj de bolsillo comprado a un anticuario, a Pauline una corona de flores y un ramo de tulipanes rojos.
Ambas suspiraron viéndose desnudas en la naturalidad de ir al trabajo, Pauline fue a la ducha con un dolor en su miometrio que no la dejaba mantenerse en pie. Fernanda va y le aconseja descansar ese día y que la espere en la noche… Pauline gime de dolor y vocifera los improperios merecidos para una condición biológica que no se ajusta a su conducta aprendida, a su opción marcada por el deseo. Fernanda besa su frente y la cubre con la sábana blanca, la acompaña a pasos lentos a la cama compartida, la recuesta, pasa su mirada como reconociendo el cuerpo de quién pronto dejará sola siendo que siempre desea ser su eterna compañía. Otro beso en la frente y le dice: espérame a la noche, ahí todo te lo dedico.

A Rebeca le molesta demasiado recordar a Mario en las últimas horas antes de su muerte, últimos días si se puede decir también. Ella impartiendo lo que realmente sabe como heredera de un programa de MINEDUC que cree en la fusión método inglés y francés, siempre a lo barroco latinoamericanizado… en el gusto de asociaciones tontas que se comen la plata del pobre idiota que creen que “el futuro del país” está en buenas manos. El semáforo cambia a rojo, se detiene con el paraguas negro torcido en el mango y abierto le llora y la moja, pero la lluvia es grande y el llanto menos, los colectivos pasan por las orillas de las calles, divirtiéndose con la crueldad de mojar a los que no se suben a sus vehículos. Así mata el día el pobre conductor que vive viajando de un lado a otro, encerrado en el trayecto. Ya Mario se escurre por los ojos de Rebeca que los cierra, mostrando las arrugas de lo amargo insuperado, de la página aún abierta y que quiere ser arrancada. Rebeca cierra los ojos y no se da cuenta que el semáforo se cambió al bando verde, con la torpeza de un ensueño tropieza con una chica media extravagante, que miraba su reloj de bolsillo de seguro mirando cuán tarde ya iba llegando.
Rebeca rendida al recuerdo absurdo de maquinación pretérita: nunca vio el cuerpo, su único consuelo era llorar en sus ojos tiesos, en su piel fría, y sólo alcanzó los llantos de las mujeres ojalá contratadas sino los celos aún ya poseídos se atascarían de tanto aumento, se atascarían las ideas de tanto vértice y paralelo.

2 A.M.: El dedo marca con su memoria en sincronía a lo motriz de la presión de un botón. Primero fue girar la rueda, ahora presionar el cuadrado… Pauline mueve su mano torpemente por la ceguera de la lagaña de lágrima maldita y el aló al unísono la conforta… Los mensajeros de urania se pasean por las líneas conectadas por una moneda de cien pesos y el pito del me falta plata y el no tengo más sencillo comprime todo en te amo infinitos entre los 45 segundos restantes. Pauline, aún entre dormida y despierta comienza a hablar sobre un hospital del cual nombre e imagen se hacen ininteligibles… y vuelve a dormirse.

La tela va cayendo con las flores de unos pajes infantiles, rubiecitos y bien vestidos, junto con las alabanzas, vivas y demases. El día tenía ese aire perfecto que para el loco indica mal presagio… Los novios vírgenes van de la mano, saludando a la cristiandad en paquetes de telas finas y botones dorados… Los ojos de Rebeca se llenan de lágrimas en crujidos de escaleras y presión de sus manos del paquete metido en su bolsillo derecho… Todo lo que fue perfectamente verano se hizo invierno de colores llamativos. Pauline siente un timbre y media tambaleante, botando la lámpara de retazos en cinta, tropezándose con los pantalones de Fernanda y medio cayendo al suelo porque se afirmó de la escoba lista para el que tenga la iniciativa de limpiar un poco. Logra abrir la puerta con el citófono y maquinalmente abre la puerta de la casa suponiendo la llegada de Fernanda, termina su caminata lerda en la cama derrumbada.

Mario no soportó la escena de los tubos ensartados en el cuerpo de la chica que sin culpa luchaba por su vida… su cuerpo terso e inocente. La confusión de una Rebeca enloquecida por la palabrería y la sangre pegada a su cuerpo. Los gritos llenaron la habitación con las manos que enterraba o violaba, que se metía en la vagina cortando todo a su paso para no dejar rastro de lo ya ocurrido. Los ojos de la chica llorando le recordaban las clases en donde ella se sentaba bien portadita y peinada a escucharla. Toda esa sabiduría que Mario conocía bien y supuestamente amaba de Pauline la acometió con su frescura y dulzor de juventud. Rebeca lamía el pelo de Pauline y mordía su cuello en busca de ese sabor que ella no supo dar a esa persona que nunca se llegó a quedar en la cama con ella. Pauline repetía qué Mario, qué Mario, mientras era destrozada por los zarpazos de Rebeca. Las uñas mordidas de Pauline no producían daño en la torturadora que metía su dedo en el ano de la chica de sangre esparcida, ya no sabía cuál era de su periodo o del cuchillo constantemente enterrado (de saliente y entrante en su cuerpo)… Ella se sube sobre su víctima que le pide piedad, si Fernanda es su verdadero amor… gritos de mentirosa y mentira como repetición de dios padre todopoderoso que pende de un hilo su existencia con un solo fiel que niegue su poder… Mario entra cuando las manchas ya están secas y ve dos cuerpos desnudos… uno destrozado al punto de lo irreconocible, el otro sentado mirando hacia un vacío de boda concluida ya muerto el demonio de su desaparición y muerte. Él reconoce la culpa que en ella había residido… su ella que jugó a ser de galante ricachón y con una broma tonta se la sacó del pillo, y pillaron a lo realmente importante en su vida. Ya Fernanda, entendiendo lo sucedido rompe con sus puños un espejo, su propia imagen se hacía insoportable y saca su reloj de bolsillo, sus pasos de zapatos de chico con charol llegan al cuerpo de Rebeca, la mira fijamente y ella sigue con la mirada perdida. El sonido de marcado con la cortina corriéndose para que la luz entre en la pieza, la mano de Rebeca se encuentra con el reloj de Fernanda… y pierde el conocimiento.

Mario se hizo una nariz en alto para recordar en qué momento emprendió el camino del matrimonio cristiano cuando no se cumplía ni con la orden del niño-niña… A la pobre que usó de trofeo por el mundo y la engaño siendo profesora… si al macho le faltaba paquete (y por eso se declaró muerto), de eso jamás se percató Rebeca al ser siempre rechazada en los momentos de regaloneo en la cama.

El pensamiento de un confesionario frente a un funcionario público que no logra comprender el parámetro de una supuesta pendejada que se llevó a dos víctimas: una por la tierra y otra por el psiquiátrico San Salvador. Fernanda sólo llora: por Pauline, Rebeca y Mario… que al final de todos emergen la unión de un beso sin rendir verdaderas cuentas y creer que el tiempo puede olvidar el anillo de compromiso en la mano culpable.

Cásate sin mentiras ni clemencia… odio, quiero más que indiferencia…Porque la verdad duele menos que el olvido…


Mademoiselle Sophie

Mis artistas favoritos

"Autorretrato"

Me aburre el tener que dar tanto detalle concreto sobre una maldita iconoclasta irreverente, aún así hasta para mover un dedo hago una barroquización del facto. Si me describo digo de inmediato, con la naricita por lo alto, que soy como un bastidor amarillo con relieves orientales dándole a la forma a este rostro, la apariencia de una Mona Lisa con la sonrisa corrida. Una piel anémica, con el lunar de la modelo Cindy hacen juego entrópico esta la nariz pequeña y añatada, de perfil menudo, junto con los labios, dentro de lo normal en su voluptuosidad, constantemente mordidos y carnosos; los ojos cafés (son dos por si acaso) oscuros (casi noctámbulos) que se mofan ante el público, con la ilusión de negrura nocturna al no comprender los bordes de iris y pupila porque ya se hicieron “más que amigos”. Ellos son los delatores de mis constantes sinsabores y que siempre he enfrentado con una pedantería insoportable, como tomarse la copa de vino con el cristal quebrado, y de paso me río frívolamente: nothing really matters.
Tengo las proporciones equilibradas en el cuerpo, nunca las ideales, pero sí las apropiadas para una fémina chilena con un puntito de inteligencia por sobre los mortales, nunca una afrodita bajada de la Eleusis, pero sí me defiendo. Esa “equilibrada distribución” se tomó, lo que le hizo falta de la correspondencia, del sube y baja de la idea; una especie de mentalidad que tiene una pata dentro del manicomio y la otra dentro de los marginados ante la mayoría. A esto se le suma que cuando se aproxima una datación a lo que oculta mi rostro, face to face, con lentes negros de carey y pañoleta roja en cuello, se descubre que nací a los quince años con ayuda de un profe buena onda que quiso darle cerebro a las mujeres para que se defiendan (de ahí se me conoce como “hija de Alex”) y por cansancio terminé dándome cuenta, achacándome, y llegando a esta progresión donde de dos en dos fui envejeciendo veinte; pero que ya a mis supuestos diecinueve el cabello negro de bucles, parecidos a los de una muñeca de porcelana proleta, no presentan ningún habitante blanco y tampoco “la plaza” de la testera intelectualoide se encuentra sin habitantes.
Finalmente, mis manos son huesudas, delatando mi herencia de artista con ancestros fracasados que se vendieron a un sistema capitalista que los llevó a ser dueños de empresas y a mí a sesiones de psicólogos por la traumatizante masturbación monetaria.
Mis dientes, cuando logra producirse esa alineación astral que lleva a la mística fuerza que logra vencer mi acostumbrada seriedad y hace que esboce una sonrisa, son blancos presentables y derechitos en su anarquista ideología. Todo esto lo cubre la finitud de un contorno facial, cincelado por demasiadas experiencias para un mortal con aspiración a demonio, medio circular con linda perita, pero que en su conjunto representa el microcosmos de lo caótico y lo pasional dentro de piel y huesos, ni muy alta ni muy baja… todo dentro de esta cáscara que se dice humana, mas, para mí… pura mierda con plumas.

Mademoiselle Sophie

Saturday, August 05, 2006

Las dos Fridas

Re encuentro entre poetas

Éramos cuatro pedestres sentados en una gran mesa coja, manchada con rayones de crayones viejos, tiza tapizada en huellas digitales y una que otra mancha de mermelada de algún niñito que entró al taller olvidando que no se come en la sala; pero se le perdona porque en ese ambiente, no se come muy seguido.

Se prohíbe fumar en el recinto cerrado, y el vino se puede tomar a sorbetones escondidos cuando el profesor mira para el lado del sol, donde se oculta y queda absorto… yo antes quedaba así de embobada mirándolo a él.

Éramos cuatro, ninguno casado, ninguno con un plan de futuro más que la tinta que teníamos en los dedos. Almas desarrapadas podría decirse, marginados… si usamos prostitutas de moda.

Ya estábamos en primavera, no hubo nieve: sólo brisa helada junto con el mar que tranquilo te baña, a mí no porque me carga el agua de mar.

Acto primero: “El idiota desesperado por leernos”

- Tanto tiempo que no nos reunimos – decía Esteban mientras tomaba con sus manos una cuantas fotocopias… por la costumbre, intuyo que era algún ejercicio para el día de hoy.
- Eh… si… y si me permiten – como siempre, abriendo un librito a mano, maltrecho con algún garabateo, y obvio, acto siguiente mi bufido sufriente pero sordo al resto – Quisiera leerles algo que escribí esta mañana, es cortito… y luego quisiera leerles esto otro, pero como somos poetas no creo que les moleste, ay… también tengo otro… tres, eso… sólo tres… ¿comienzo?.
- Por supuesto, comience – no queda de otra ¿no?.
- Este se llama: flor de primavera…- cuando esto comienza yo miro a una interesante mosca que se burla de mi apatía flotando cerca de mi nariz, sabiendo la muy maraca que no puedo pegarle porque se vería feo y distraería al tan entusiasta artista… opté por la ignorancia… me fui del firmamento.
- (Luego de un rato de blablá que no pesqué, sorry) Gracias… ahora quisiera escuchar a alguien declamar… por ejemplo – y siempre mi miran a mi… porque entre tanta uniformidad de hombres, tenía que meterse una mujer – usted señorita, ¿Sofía se llama?- dijo el poeta con una sonrisa inocentona.
- Así me llaman porque como saben no es mi nombre…- silencio absoluto.
- Bueno, yo no he escrito nada durante este tiempo… no me dieron ganas a decir verdad… es que hace unos meses atrás leí el poema más patético y cierto del mundo… el último verso decía algo así como que escribo porque ya no vivo… claro que lo digo sin toda la parsimonía propia de un poeta… era de Lihn… pero en fin… la cosa es que también conocí la sabiduría de Rilke que me preguntó en sus cartas, como a cualquiera que las lee y se siente aludido… sobre si podía vivir sin escribir… y cual fuera la respuesta estaba bien… pues bueno, creo que sí… no escribí en meses y no me morí, pero como parece que es natural del primate con pulgar no cerrar la boca y como para el pensamiento, la mente es un recipiente seguro y oculto, mas muy voluble (cualquier cambio de ánimo me transforma la idea en una laguna), las escribo sin más afán que eso…
- Pero… ¿y la trascendencia?- preguntó un poeta viejo… “el profesor” como siempre le llamaban, a mi no me pregunten por qué…
- Sí, ¿y dónde está la naturaleza sensible del poeta?, ¿la poesía del mundo?- preguntó el poeta que le gustaba leer.
- Mira, si me preguntas por poesía… yo nunca creí en eso… es como el cielo, algo desconocido… tan improbable como un híbrido con alas pero que todos desean… ¿Y la trascendencia?... la poesía no es acción, y ésta es la que realmente trasciende… Si Rilke me preguntara ¡qué mierda te sucede!... le diría que decidí que yo no podría vivir sin respirar no sin escribir.

Acto segundo: “Se armó la grande”.

- Sentados… calmemos los ánimos… Sofía – dirigiéndose con esa sonrisa pelirroja suplicante, y como en toda ocasión, para los amigos siempre hay un poema complaciente.

Leí el poema… aplaudieron pero creo que más por la paz que por mi talento. Ahora el ejercicio.

Acto tercero: “Run run… nos fuimos para el norte”

Hablamos de otro poeta, otro inadaptado que se quedó con la moda del incomprendido social que bien hizo el romanticismo en caricaturizar para distenderlo del ser “moralmente correcto”. Cuando hablamos veo las manos, me introduzco en las resquebrajaduras de la piel que para algunos son muestras del pasado y futuro, para mí son sólo cartílago bien puesto. Recordé que hacía frío, que mañana dijeron que estaría peor… ellos hablaban y yo recordaba en qué página en los libros de historia de Chile iba, para que no se descompensaran los contextos… También rememoré que en la tarde me leí un relato sobre hombres lobos, era de Manuel Yáñez… bien poco atractivo el cuento… pero en cosa de monstruos hay algo muy cierto… “los extraterrestres éramos nosotros”…

- Y bien, ahora toca la ronda de lectura… ¿quién comienza?- ¿adivinan o yo les digo?, sí, él.
- Ahora quisiera leer un poema sobre un canario.
- La guea… - disculpen, se me escapó un pensamiento.
- ¿Perdón?.
- Dije… leaaa…
- (Otro in pass) Y por eso pienso que todos somos como pájaros enjaulados…
- Una linda metáfora… por cierto… ¿terminamos contigo Sofía?- otra vez la carita suplicante.
- Ok, aquí voy… Hace un tiempo descubrí, que los pájaros no eran más que ilusiones vertidas en mi contra, como dios con la figura de padre… como un romano pensando en la moira… y aspire un perfume ácido como la nube que cubre al valiente… que decía, vive… ama… muere y deja huella…

Lo que se agradece de la gente de letras, que no sé si es por estar poco sobria o acostumbrada a la inacción de la letra, es que no se toman la molestia de golpearte cuando te odian, simplemente marcan su indignación con el silencio… que es realmente extasiante… por eso siempre regreso, por mis bienamados y bienplantados poetas.

Mademoiselle Sophie

Friday, August 04, 2006

Saludos

Bueno, por insistencia de un lector mío y por una cosa de "monería" (un fenómeno como los fotologs) decidí crear este blog dedicado a la literatura, el arte... cosas varias y alguna locura por ahi. Les doy la bienvenida a este mundo imaginario... por ahora, sólo el saludo.
Matta ne.

Mademoiselle Sophie