Sunday, October 28, 2012

V

El día que todo se acabe
 Un atardecer cubrirá el telón,
 Un rojo escarlata que palidecerá con la nube plateada,
 Las hojas cafés dejarán de caer,
 Porque en el suelo
 El agua se tiñe de verde.

 El día que todo termine,
 Los ojos rojos saldrán de los árboles,
 Las tibias sombras correrán por los senderos secos
 Y mi mirada sólo verá la depresión del hermoso mar que se vuelve cielo.

 El día que el miedo venza en silencio,
 Las capas dejarán de ser blancas para pasar a negras, 
Pero eso será la felicidad de mi inocencia
 Corroborando la historia de mis locuras.

 El día que parece ser cualquiera
 Podrá ser diferente
 Mi tercer ojo…
 Permanecerá abierto, para blandir las alas
 Como espada besando el viento.

Wednesday, July 04, 2012

Tengo el agrado de ofrecerles mi primer libro publicado, su nombre es Kokoro y es un compilado de mis poemas e ilustraciones relacionadas con la cultura japonesa y kendo. El precio es de $ 10.000 (pesos chilenos) y para adquirirlo comunicarse conmigo a través de esta vía o teléfono. Agradecimiento especial a Lorena Leigh por ser mi modelo en una de esas ilustraciones y que incluí en el Libro.

Saturday, August 06, 2011

Onryo

Tulipanes blancos cubriendo la faja mortuoria
Los cabellos deslavados en su negrura irritable
Su odio teñido de blanco maldito y maquillaje añil
Recubren con su sombra la justicia sobre inocentes.

Ya no puede clamar
El odio cubrió de negro su lengua.

Sólo puede encarnar la última lágrima de sus ojos
En los que cruzan con ella a pies descalzos.

Friday, July 15, 2011

Renunciar?

Cuando alguien toca tus textos, con adenames afectuosos y los mutila, los posesiona y coloca en una hoja mal nacida, con márgenes mal estructurados y la risa de que mejor es hacerlo barato... pienso que mejor habría sido ... nada.

Saturday, June 18, 2011

Shiai

A tres pasos:
Los pies se arrastran como llevados por cojines de gato
El talón elevado en una esfera energética
Un resorte invisible
Que lleva a los brazos a seguir a la muerte
Y el cuerpo a atrapar a la presa.

En kamae,
El corazón está hecho de miasma ígneo
Ojos amarillo hielo
Mente vacía.

Rompiendo su kamae,
Esos ojos de cordero con espada,
Espada que se balancea presurosa, ansiosa...
Es partida en dos
Cuando mi voluntad traspasa como el hierro.

Sunday, April 24, 2011

Danza con un licántropo

Ese día la Luna se mecía en el predicamento de levantar las aguas que darían vida a los caídos, su maldición blanquecina cubría en velo al hombre de piel morena que se encontraba sobre mi cuerpo, aplastando seductoramente mis huesos, olfateando mi piel y besando como devorando mi cuello; soy una guerrera pero cuando sus manos me apretaban soñaba con ser una presa pensando que en vez de una muerte honorable podría obtener un plácido y kármico fenecer.
Yo era una cazadora, buscando con mis botas embarradas de musgo esa creatura que estaba devorando mi rebaño, no es que viviera en el campo, sólo encontraba divertido de vez en cuando visitar realidades campiranas para poder afilar un poco más mi espada: en la ciudad no era más que un samurái del siglo XXI, en la tierra de mis padres no era más que una cazadora con un arma algo estrambótica. Siendo cazadora, nunca maté un conejo, un ciervo o animal que atrajera en mí sentimientos como la ternura, no era una sensación que quisiera experimentar ya que un samurái sólo sabe de protección y muerte, no asesinatos a inocentes, por lo cual para mí las instancias de creaturas mitológicas que dañen a la comunidad más que maldición era la bendición perfecta de darme la oportunidad de practicar sin lidiar con el cargo de conciencia.
Lo vi una de esas noches claras donde se desnuda el cielo estrellado, en el cual las sombras se hacen más tenebrosas. Vi sus cabellos negros mordisqueando un conejo de pelaje blanco que ahora contaba con algunas motitas rojas que lo hacían exótico; esto en vez de enfurecerme, atemorizarme u ocasionar alguna sensación o sentimiento razonable, me erotizó logrando que mis labios tomaran una coloración rojiza que, creo yo, debió provocar un olor particular, porque de repente esos ojos cafés de animal hambriento, se tornaron a los míos y se volvieron amarillos. No corrí, “para qué”, pensé, por un lado tenía la alternativa de practicar el uso de mi buena espada, por lo que opté a tomar postura de combate en guardia media; y por otro lado, podría tal vez tener la oportunidad de seducir a tamaño semental que a mi parecer sólo sabía de sangre.
Nunca había experimentado un combate de tal envergadura, sus garras eran como diez kodashi que me invitaban a una rasgada muerte, mis ropas se rompieron y este animal profirió vocablo: “Soy yo...” y volvieron los rugidos. La Luna se cubrió mortalmente por un manto de niebla y pude ver esos ojos, yo los conocía o había conocido al menos, pero no me atreví a nombrarlo, sólo hice lo que se asociaba a ese recuerdo: solté la espada y lo apreté contra mis brazos. No sé si fue un chance de la Luna o mi deseo que sobrepasó lo sobrenatural, pero su cuerpo comenzó a perder el duro pelaje y sus manos en vez de lastimarme, aunque ya lo había hecho en la pelea, comenzaron a repasarse en mi cuerpo, como recuperando un recuerdo. A pesar de que su bestial apariencia había desaparecido, esa aura de licántropo seguía sudando sobre mis pechos que tocaba, retomando la posesión de éstos, que si bien, pasado el tiempo, habían sido tocados por unos pocos, siempre le pertenecieron. Y yo recordé la promesa, esa promesa de que aunque ambos fuéramos de espacios disímiles, en las noches, en donde los peligros son varios y los testigos pocos, podríamos amarnos por un instante y tal vez, con suerte, morir como un par de cazadores siendo cazados.

Monday, December 27, 2010

Instante

la gaviota muerta viaja
entre el oleaje y la arena
en su tumba movediza