“TAZA DE TÉ EN LA CASA DEL LOBO”
El lobo hizo una invitación a sus amigos a tomar el té. El bosque estaba en plena primavera y una tarde en su cabaña podría asegurar un momento agradable. Fueron invitados Caperucita Roja, Blanca Nieves y Timón ; cada uno mandó la correspondiente aceptación a la invitación y fueron la tarde acordada.
A la fiesta de té Caperucita llevó leche, para ayudar a un buen crecimiento; Blanca Nieves unas galletas horneadas porque quería endulzar la fiestas, además de ser experta en cosas hogareñas; y Timón un gran frasco (hecho de trozos de troncos secos y amarrado con follaje) de mermelada de Damasco ya que pensaba que a tanto alimento duro un poco de “pastita blanda” sería un aporte delicado además de delicioso.
El primero en llegar fue Timón, siempre es puntual y le molesta esperar mucho a los retrasados. Al instante le pasó su frasco con deliciosa mermelada, el lobo la aceptó gustoso y la puso en la mesa donde se dispondría a tomar el té. Pasados cinco o seis minutos (cuando no hay reloj el sol puede ser un buen reemplazo, sólo que falta precisión) llega Blanca Nieves ¡sin los enanos!, el lobo, sorprendido al igual que Timón, le pregunta dónde están a lo que responde que milagrosamente tuvieron cosas que hacer y eso le dio la oportunidad de venir sola. Ella le entrega las galletas, y luego de olfatear un buen rato, el lobo las deja en la misma mesa donde antes puso la mermelada. Al final, luego de veinte minutos de retraso aparece Caperucita Roja: se había quedado mirando las flores del bosque, es por eso que además de darle al lobo la leche que tenía vista desde un principio, le obsequia un ramo de rosas frescas.
-¡Siempre tarde!, ¡¡¡todas las cosas las haces sin cumplir en la hora!!!- exclama molesto Timón al observar a Caperucita Roja.
-Es verdad, llegaste muy tarde, nunca puedes ser puntual- acota el lobo.
-¿Quieren que me vaya?- pregunta angustiada Caperucita.
-¿Siempre tienes que ser tan grave tu actitud al recibir críticas Caperucita?- cuestiona el lobo.
-¡Sí!- dice Timón.
-¡Silencio!- ordena el lobo-Aquí hay un problema y he de tomar una decisión al ser el dueño de la casa.
-Pienso sinceramente, lobo, que yo debería ser el que juzgue, ¿quién mejor que yo en materia de relojes y puntualidad?-aconseja Timón.
-Yo creo... –dijo tímidamente Blanca Nieves-que deberíamos olvidar todo esto, Caperucita Roja es así, dejémosla tomar el té. Además nos trajo leche y hay que agradecerle el complemento tan saludable y sabroso a nuestra fiesta, ¿cierto que esa leche que trajiste es para echarla al té?.
-Sí, lo es, quería que sus cuerpos estuvieran sanos, conjuntamente al hecho del sabor agradable.
-¡Aburridos!- gritó el lobo- y tú, Caperucita Roja, deberías irte a ver a tu abuela.
-Sabes que estoy en su busca, pero me distraje y perdí el rumbo, por eso entro a tu fiesta de té.
-Entonces quédate y cállate, que no permito en mi casa la tristeza y me enferma la gente víctima.
-Con su permiso, pero yo me retiro, estoy un poco asqueado de sus molestas discusiones- expresa Timón antes de retirarse.
Ahora quedaron el lobo, Caperucita Roja y Blanca Nieves. Esta salida no causó mucha conmoción, el lobo y Blanca Nieves lo tomaron con mucha naturalidad, parecía como si a pesar de estar con ellos, nunca perteneció a sus amistades y su partida fue algo vano y predecible; en cambio, Caperucita Roja, miró hasta que la sombra de aquel animal irascible, pero de corazón misterioso, se perdió en la lejanía. Luego sus amigos condujeron a Caperucita a la mesa y se dio iniciada la fiesta del té.
-Me alegra mucho ver que mis dos buenas amigas me acompañan en una tarde tan esplendorosa y con esta comida y té de tan fino origen, ¡gustoso al paladar!.
-Digo lo mismo y te agradezco también el habernos invitado- dijo Blanca Nieves mientras vertía el té en las tazas.
-Lobo, tu té se ve delicioso pero estoy preocupada por mi abuelita... ¿Timón habrá sabido dónde está?- dijo la Caperucita Roja.
-No hables de esas cosas, tu abuelita es un problema que te concierne sólo a ti, a mí no me metas, aquí estamos para disfrutar la fiesta.
-Creo que debo irme, yo quiero encontrar a mi abuelita, ¿no sería descortés de mi parte retirarme así?- pregunta tímidamente Caperucita Roja a Blanca Nieves mientras el lobo busca servilletas en la cocina.
-Pienso que sería de muy mal gusto si te fueras ahora, puedes buscar después a tu abuelita- le aconseja amistosamente Blanca Nieves.
-Pero yo no quería venir, me perdí en el bosque cuando debía ir a la casa de mi abuelita, luego encontré al lobo y nos hicimos amigos; cuando le conté mi problema él prometió ayudarme a encontrarla, pero sólo he recibido fiestas del té- tristemente- ¿por qué me distraje recogiendo flores?- Caperucita Roja comienza a llorar y Blanca Nieves intenta consolarla, pero se va al llamado del lobo.
-Ahora sí, amigas mías, celebremos como corresponde, las invito a sentarse a mi mesa- dijo el lobo alegremente.
-Muy bien lobo- dice esto mientras toma su asiento Blanca Nieves.
-No quiero- dice desafiante Caperucita Roja, alejándose de su asiento.
-¿Qué?- preguntan al unísono.
Por el lapso de unos minutos, en la fiesta del té, se sintió un silencio sepulcral, la incomodidad se hacía presente y Caperucita Roja había conseguido el impacto querido: había abierto la puerta con la palabra. Finalmente el lobo acertó a decir algo para volver todo a la normalidad.
-Me aburres con eso de tu abuelita, debí comerte desde el principio, pero en vez de eso te hice mi amiga y además osé a invitarte a mi fiesta.... tú y tu abuela pueden olvidarse de este lobo, ambas me aburren con sus palabras; ¡Ándate!.
-Tú sabías que mi abuelita existía y peor aún, la conoces... y no me dijiste...
-No la conozco, para mí todas las abuelas son iguales, así que supongo que es así, además con eso de la genética, es normal ver el carácter repetirse de una generación a otra- el lobo no prosiguió con su explicación, creyó que ya había causado un buen impacto y el triunfo de la discusión entraba en sus manos. Caperucita se sorprendió por tal personaje tan curioso en sus argumentos. Luego de un suspiro puso fin a la conversación diciendo:
-Veo, lobo, que no podemos continuar la conversación, además me iré de todas formas, así que cordialmente me despido... ahora entiendo por qué Timón no quiso quedarse a la fiesta- inclinándose levemente- y con esto me despido, disfruten la leche- y se fue.
El lobo y Blanca Nieves quedaron solos en la fiesta del té; en vez de deprimirse, el lobo, salta del lugar y dice su soflama:
-Hemos visto aquí, amiga Blanca Nieves, como los seres absurdos caen bajo mis grandiosos argumentos, ellos saben que tengo la razón y se van derrotados. Es una lástima, pudieron ser buenos amigos, mas, se convirtieron en otros seres más del bosque, miren que traerme mermelada y leche, cosas tan naturales y sanas, aburridas en la consistencia y reformadoras del organismo... ¡molestos!, dejemos que ellos vivan su vida y nos dejen disfrutar nuestra fiesta.
-Sí lobo, tomemos el té.
Así fue como en la fiesta del lobo comenzó la diversión, hubieron charlas con graciosas anécdotas y también abundaba la comida porque como desde un principio estaba pensada la cantidad para cuatro y se fueron dos, quedó el doble para cada uno. Reían y reían, mientras que en la mente de Blanca Nieves decía:
“-¿Por qué se fueron Timón y Caperucita Roja?, ¿será verdad que su salida era un aburrido y absurdo fin...? ¿o comienzo?, siento intranquilidad pero mi amigo lobo necesita compañía, sin olvidar que una fiesta como esta no puede despreciarse...-“.
Caperucita Roja aún no se había alejado mucho del lugar y permaneció unos instantes detenida a tal distancia, meditando sobre su actuar... finalmente decide que debe continuar; no hay vuelta atrás cuando se sale de la fiesta del té del lobo, y volvió a emprender el camino que había dejado abandonado, aunque sin haber olvidado su misión.
-Debo encontrar la casa de mi abuelita y no me distraeré con flores o fiestas del té de un lobo...
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