Saturday, August 05, 2006

Re encuentro entre poetas

Éramos cuatro pedestres sentados en una gran mesa coja, manchada con rayones de crayones viejos, tiza tapizada en huellas digitales y una que otra mancha de mermelada de algún niñito que entró al taller olvidando que no se come en la sala; pero se le perdona porque en ese ambiente, no se come muy seguido.

Se prohíbe fumar en el recinto cerrado, y el vino se puede tomar a sorbetones escondidos cuando el profesor mira para el lado del sol, donde se oculta y queda absorto… yo antes quedaba así de embobada mirándolo a él.

Éramos cuatro, ninguno casado, ninguno con un plan de futuro más que la tinta que teníamos en los dedos. Almas desarrapadas podría decirse, marginados… si usamos prostitutas de moda.

Ya estábamos en primavera, no hubo nieve: sólo brisa helada junto con el mar que tranquilo te baña, a mí no porque me carga el agua de mar.

Acto primero: “El idiota desesperado por leernos”

- Tanto tiempo que no nos reunimos – decía Esteban mientras tomaba con sus manos una cuantas fotocopias… por la costumbre, intuyo que era algún ejercicio para el día de hoy.
- Eh… si… y si me permiten – como siempre, abriendo un librito a mano, maltrecho con algún garabateo, y obvio, acto siguiente mi bufido sufriente pero sordo al resto – Quisiera leerles algo que escribí esta mañana, es cortito… y luego quisiera leerles esto otro, pero como somos poetas no creo que les moleste, ay… también tengo otro… tres, eso… sólo tres… ¿comienzo?.
- Por supuesto, comience – no queda de otra ¿no?.
- Este se llama: flor de primavera…- cuando esto comienza yo miro a una interesante mosca que se burla de mi apatía flotando cerca de mi nariz, sabiendo la muy maraca que no puedo pegarle porque se vería feo y distraería al tan entusiasta artista… opté por la ignorancia… me fui del firmamento.
- (Luego de un rato de blablá que no pesqué, sorry) Gracias… ahora quisiera escuchar a alguien declamar… por ejemplo – y siempre mi miran a mi… porque entre tanta uniformidad de hombres, tenía que meterse una mujer – usted señorita, ¿Sofía se llama?- dijo el poeta con una sonrisa inocentona.
- Así me llaman porque como saben no es mi nombre…- silencio absoluto.
- Bueno, yo no he escrito nada durante este tiempo… no me dieron ganas a decir verdad… es que hace unos meses atrás leí el poema más patético y cierto del mundo… el último verso decía algo así como que escribo porque ya no vivo… claro que lo digo sin toda la parsimonía propia de un poeta… era de Lihn… pero en fin… la cosa es que también conocí la sabiduría de Rilke que me preguntó en sus cartas, como a cualquiera que las lee y se siente aludido… sobre si podía vivir sin escribir… y cual fuera la respuesta estaba bien… pues bueno, creo que sí… no escribí en meses y no me morí, pero como parece que es natural del primate con pulgar no cerrar la boca y como para el pensamiento, la mente es un recipiente seguro y oculto, mas muy voluble (cualquier cambio de ánimo me transforma la idea en una laguna), las escribo sin más afán que eso…
- Pero… ¿y la trascendencia?- preguntó un poeta viejo… “el profesor” como siempre le llamaban, a mi no me pregunten por qué…
- Sí, ¿y dónde está la naturaleza sensible del poeta?, ¿la poesía del mundo?- preguntó el poeta que le gustaba leer.
- Mira, si me preguntas por poesía… yo nunca creí en eso… es como el cielo, algo desconocido… tan improbable como un híbrido con alas pero que todos desean… ¿Y la trascendencia?... la poesía no es acción, y ésta es la que realmente trasciende… Si Rilke me preguntara ¡qué mierda te sucede!... le diría que decidí que yo no podría vivir sin respirar no sin escribir.

Acto segundo: “Se armó la grande”.

- Sentados… calmemos los ánimos… Sofía – dirigiéndose con esa sonrisa pelirroja suplicante, y como en toda ocasión, para los amigos siempre hay un poema complaciente.

Leí el poema… aplaudieron pero creo que más por la paz que por mi talento. Ahora el ejercicio.

Acto tercero: “Run run… nos fuimos para el norte”

Hablamos de otro poeta, otro inadaptado que se quedó con la moda del incomprendido social que bien hizo el romanticismo en caricaturizar para distenderlo del ser “moralmente correcto”. Cuando hablamos veo las manos, me introduzco en las resquebrajaduras de la piel que para algunos son muestras del pasado y futuro, para mí son sólo cartílago bien puesto. Recordé que hacía frío, que mañana dijeron que estaría peor… ellos hablaban y yo recordaba en qué página en los libros de historia de Chile iba, para que no se descompensaran los contextos… También rememoré que en la tarde me leí un relato sobre hombres lobos, era de Manuel Yáñez… bien poco atractivo el cuento… pero en cosa de monstruos hay algo muy cierto… “los extraterrestres éramos nosotros”…

- Y bien, ahora toca la ronda de lectura… ¿quién comienza?- ¿adivinan o yo les digo?, sí, él.
- Ahora quisiera leer un poema sobre un canario.
- La guea… - disculpen, se me escapó un pensamiento.
- ¿Perdón?.
- Dije… leaaa…
- (Otro in pass) Y por eso pienso que todos somos como pájaros enjaulados…
- Una linda metáfora… por cierto… ¿terminamos contigo Sofía?- otra vez la carita suplicante.
- Ok, aquí voy… Hace un tiempo descubrí, que los pájaros no eran más que ilusiones vertidas en mi contra, como dios con la figura de padre… como un romano pensando en la moira… y aspire un perfume ácido como la nube que cubre al valiente… que decía, vive… ama… muere y deja huella…

Lo que se agradece de la gente de letras, que no sé si es por estar poco sobria o acostumbrada a la inacción de la letra, es que no se toman la molestia de golpearte cuando te odian, simplemente marcan su indignación con el silencio… que es realmente extasiante… por eso siempre regreso, por mis bienamados y bienplantados poetas.

Mademoiselle Sophie

1 comment:

Gabriel Mérida said...

los escritores en general son mala hierba, hierba aburrida y pedante, y más que mala hierba mala leche

eso, me dio mucha risa y yo me habría largado de ahí, ánimo con eso

saludos,
G