Sunday, August 27, 2006

Herejía (Frente a una catedral)

Siempre he sobado mis pies en las empedradas escaleras del divino e incorruptible edificio; pasan las personas como si no fuera más que un inmueble con crucifijo gigante... unas se persignan, otras convulsionan como poseído endemoniado (como si existiera el demonio) y yo... me adentro en las fisuras de dicho edificio, las innumerables pisadas retornan a dos, un tiempo presente se convierte en pasado y se mantiene latente hasta mi recuerdo, sin dejar que retroceda al pretérito prehistórico... Llegamos a dos pantalones: uno femenino y otro masculino, ese masculino me atrae... el tintineo y rechine me augura un futuro eterno junto a su vida... pero sin sonido de campanas bronceadas... no a mí, la hereje del dios vivo que supera a la muerte, pero no con suficiente poderío como para poder terminar con la maldad... Los seres que fuimos... en mí sólo quedan sombras. Entramos a la frialdad de la arquitectura clásica, burlescamente gótica en sus puntas... con sus manos señalaba las razones de por qué concluía que estos pilares, que ahora acaricio con sonrisa irónica, eran de un periodo clásico... las manos que eran de un ángel endemoniado, trabajadoras de máquinas modernas... y caricias, no como las manos que en mi niñez sentía, trabajadoras, tajadas, finas o muy gordas, ninguna como yo las prefería... llenas de vida divina, pero no de Iglesia cristiana, ni anglicana... la vida como Iglesia... Iglesia de mi propia religión...
La finura de una carne enrojecida se apropió de la mía, más gruesa y oscura... mientras criticaba una pintura medieval de un posible pintor mediocre... parecía el simple plagio de una verdadera obra de arte... como las de mi padre... caballos hermosos, pero no sus caballos... Pensé en humedecer más sus carnes, él debió pensar lo mismo en un confesionario... no aguanto el reír frente a este clérigo caminante, con bolsas de tienda costosa para los pobres niños... ¿qué pasará en su viaje que igual se les ve harapientos?, no aguanto el reír... nos internamos en las profundidades de la madera envejecida y las baldosas costosas... reía... no solamente de un placer que era obvio sentir en ese momento, sino de poder quebrantar algo que temí tanto siempre y creí imposible...
Creo que lloverá mañana... una gota acaba de caer en mi rostro... los demás se ponen paraguas, que insulso... no hay molestar en ello, sus lágrimas se sentían igual que esta tímida lluvia... al saber lo que sentía y que mi corazón no era frío...
Dentro del confesionario entendí que era divinamente demonio... que llenaba el Eros al máximo... relataba la historia de su vida mientras un conserje escuchaba un cuchicheo que le infundió miedo, y luego unas furtivas escapadas entre esos pilares, los mismos en donde rio... cayendo en ser cómplices de herejía... la castidad es premiada y por ello el amor en esto es injustificado, un tomarse la mano no es válido... pienso en la monja regordeta, de seguro llena de humildad y pobreza en sus alimentos, y el duro trabajo por el prójimo... Ya es tarde, no es de mí estar en una catedral, ahora vacía, llena de personas sin ninguna sustancia... soy el ser que mayores herejías comete y lo peor... amo todo ello... tengo que hoy ir a verlo... sólo los pobres querubines en las esquinas de este templo, sabrán de lo que de mí y él fue hecho.


Mademoiselle Sophie

1 comment:

ComandanteOso said...

Pobres querubines...