Se ocultó la luz que siempre nos ilumina, abriéndose el mar que arrasó con esos cuerpos calientes que pedían misericordia, niños... madres... padres, gente que en un tiempo atrás jugaban con la tierra, arañandola con los residuos descuidados, las pisadas indolentes en ese pasto que día a día lloraba. La piel ennegrecida por el fuego de la boca de los volcanes, la advertencia que nadie supo ver pero todos olieron... miren como la tierra llora, me pide su ayuda pero soy una entre millones, entre millones de langostas hambrientas que no entendemos que nuestro paraíso lo hicimos infierno, que no nos pertenece... Es por eso que llegó el día en que esas frías y grises manos arrancaron como raíces putrefactas, lo corazones... cual sin conciencia.
La tierra ya no tiene vida, el pasto se volvió tierra amarilla, huesos y cal... Ya no hay luz de día, ni la bella luna que me bañaba cual cuerpo desnudo hecho leche mecido en la cuna... Tengo miedo de la soledad bien merecida... Maestro, donde estás... No hay cuerpos, sólo vacío, mis piernas están cansadas una capa negra cubre mi sentencia, la decisión de guerrero, ya no es fuerza de flaqueza sino la energía de una espada que no se ve sino se siente en el filo de mi katana. Dame un sueño, un respiro de que todo será mejor. En el corazón tengo el recuerdo de esos días en los cuales todo era presagio, todo era clamor constante por un lugar mejor, gente mejor, plantas felices rodeadas por el perdón de quiénes las lastimaron por creer que al no tener voz, no sentían dolor. Creo que he quedado sorda unos instantes, ya que los rayos de muerte pasan y no me tocan, algunos caen, yo sigo adelante... sólo busco a mi maestro en la tierra, sólo quiero verlo una vez más a los ojos y encontrar la fuerza espartana de los ancestros que luchan hasta el último por sus deseos... busco el destello dorado de su armadura, la pasión y la rabia en sus ojos de lobo; Aún no iré hacia arriba, le digo a las voces de túnicas blancas que quieren llevarme, combate con el filo de mi espada ante un bastón de un viejo conocido: No me iré!, le digo sin más... la figura se aleja llevándose a los demás que sin consciencia, con los pies descalzos, maltraidos, han sobrevivido y se transforman en luces que no sé si volverán a ser cuerpos... Estoy sola... una piscina vacía, un árbol con hojas rojas como la sangre me dicen que no debo ir hacia ese camino, que la muerte ya marchitó todo... pero aún así la persigo.
Ahi estás! el sonido vuelve y me doy cuenta que la sangre fluye de mi frente, pero mis piernas corren como un hermes en busca de su mensaje propio. Sigues en combate mi buen amigo y compañero... Sólo veo tu sonrisa desafiante pidiéndome el valor que siempre me entregaste en cada golpe, entrenamiento y sudor de felicidad... en cada mirada de prueba que me dejó dispuesta para este momento y luchar junto a ti, por los sueños que nosotros y muchos creyeron posible...
Pero era el final de nuestra historia... esos rayos danzantes que rozaron siempre mi cuerpo en un momento ya no lo hicieron, despegaron a mi corazón como quién desea destajarlo para engullirlo con un hálito de rabia y satisfacción... No!... por qué otra vez cruzaste el camino para que la cuerda de mi destino no se cortara... cortaste la tuya... Esto no era lo que quería compartir ni recibir como obsequio más preciado, la oportunidad de la vida a cambio de otra sólo es concedida a los héroes... me dijiste, ese honor lo pediste desde el comienzo de nuestro sendero, de los sueños en donde te vi cruzando firmamentos para cumplir lo tuyo, no quiero... otra vez me dejaste sola con mi fuerza y valor a cuestas. Tomé tu mano, intentando retener lo incorpóreo... sólo me sonreiste como siempre lo habías hecho... me dijiste unas palabras suaves que sólo mis oídos pudieron escuchar... Ahora tomo consciencia del abismo en que está el mundo, de la preparación a otra vida para los que sí respetaron la anterior... El corazón puro no va en las acciones buenas o malas sino en lo que el corazón lleva por delante como tu espada... como tu sueño.
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