A nuestras sonrisas esquivas...
las manos rozándose entre las sombras... las miradas que nos condenan a creer en la promesa de un futuro alejado de la vida...
Mariposas de la muerte, con su aleteo negro, rodeando mis manos de guerrero derrotado,
tengan la piedad de llevarme con ustedes, en este dolor silencioso,
el que padecemos por ser justos y buenos.
Mariposa de la muerte, dulce y bendecida...
quiero verlo, proteger la fragilidad de su vida con la mia, derramar la sangre del sacrificio en agradecimiento a esos recuerdos valiosos que nadie nos arrebatará...
Mariposas de la muerte, que se posaron como testigos en la lluvia de nuestro adiós...
sin un último beso, ni una caricia...
solo palabras clavadas en la verdad de la lucha de estos guerreros...
con caminos distintos.
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