Como un grito en la cabeza, la razon explota en mis sienes...
El corazón toma la posesión de la espada.
Hace muchos años, una niña entre el barro y la plastilina, tocaba los árboles en búsqueda de palabras... miraba a las otras, llena de alegría y sencillez
ella quería beber de lo sencillo, pero los caminos tenían el encierro de un enigma con una cerradura de miedo.
Los silencios mortifican al que no es capaz de aguantar el dolor, el dolor puede esparcirse en un respiro, en el fluir de la luz de uno mismo... sus ojos se llenaban de oscuridad, como su manos de libros, papeles y lapices mordidos.
Soñaba con el amor, con el poder supremo en sus manos porque la felicidad, según decía, le era esquiva. Tuvo parejas que jamás llenaron lo que un sólo hombre prohibido podía lograr... pero jamás resultó.
Las pesadillas rodeaban su mente junto a la confusión de lágrimas, vestidos rotos, pintura oscura, labios enrojecidos emulando las fantasías vampíricas de cualquier masoquista. La soledad la abrumaba, la inquieta... el corazón se le había apagado.
El maestro, ese ser que con sus manos cálidas rodea enseñando, esperando...
era una esperanza de algo que no entendía por más que lo cuestionara.
El camino de mil vertientes, le ofreció un delta rodeado de tranquilidad, sin fascinación, sin dolor, sin desvelos, solo la grisácea paz que no le pertenecía pero se le permitía robar. Los años pasaron, ya no tocaba árboles con las manos, sólo sabía de celulosa, colores neutros, amor neutro.
La pasión para el guerrero silencioso arde hasta en madera mojada, en cielos congelados, en sonrisas de capas caidas. La pasión la ahogaba como el llamado de un imán gigante, su frente se rodeaba de una luz que la invitaba a la verdad o la locura. Su corazón era débil pero fue sacando fuerzas de las experiencias y los guías que fueron apareciendo en sus caminos, invitándola a músicas, colores y sencaciones nuevas... el dolor era parte del convenio. El dolor la sofoca, el miedo es la cubierta de la llave que debe sacar para abrir la puerta del corazón develado, del cielo en el infierno.
El héroe atrapado en su corazón se limita por su egoísmo, el rechazo la hace especial pero no única, por fin vio en sí misma el reconocimiento de su infinito egoísmo al creer que para ella es el amor, cuando el amor nos rodea a todos y no pertenece a nadie porque su naturaleza no es pertenecencia... Es así como ahora piensa dejar ir al soñador de sus afectos, al corazón que era igual al suyo pero pertenece a otra, porque el tiempo fue esquivo con ellos y ya han robado del que tienen bastante. Es hora de las develaciones, de las lágrimas y la verdad, la verdad de que el corazón debe surgir por fuerza en sí mismo, reconocimiendo que la felicidad no se busca sino es el estado del corazón que opta por agradecer a la vida, reconocer la belleza de las cosas pequeñas y luchar... y luchar por los seres que ama, incluyéndose.
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