El semblante sereno... los ojos cerrados... enfrascados en deseos perdidos,
ya no le tiene miedo al sueño,
porque su corazón se le ha devuelto. Su destino lo conoce, la muerte tiene rostro...
pero su sueño le enseña a disfrutar el camino.
Tus manos la tocan, ella sabe que la amas, que tus ojos se insertan en los suyos como si fueran dos eclipses escondidéndose en la oscuridad,
las miradas los acusan, pero el delito fue pasado...
Ahora cada vida retoma su camino, ella sueña con su muerte, con el sacrificio que se vio envuelta en la imagen de dos manos liberando el ave que robó su corazón.
Ya no hay lágrimas porque el dolor se volvió esperanza,
la esperanza que no se llama reencuentro sino deceso, la lluvia de desastres que asolaran sus vidas para quitar las de varios...
El sol se apagará porque no lo miramos en demasía,
los niños llorarán porque no cuidamos su futuro...
los adultos darán suspiros de cansancio... porque lucharon por lo urgente y no lo importante.
La mujer sigue durmiendo, en una cárcel blanca como lágrimas de leche...
Ella sabe que el día de su liberación, el corazón llenará sus tres tazas, sus tres guerreros... sus tres dolores.
El hombre no puede dejar de tocar sus caderas desnudas, pero su miedo le impide reconocerse acreedor de ella, ella saca sus alas... abre sus ojos y vuela...
con el dragón dorado que enfunda su espada.
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